lunes, 13 de octubre de 2008

Canciones

Canción de la Noche Oscura
Cordoncillos de escarcha
lloraban las nubes.

Parapetado en las sábanas
yo no dormía.

Aromas de pelo ausente
danzaban por las esquinas.

En la ventana ladraba
el fiero perro
de la noche oscura.



Algunas cosas que sé
Sé que las rocas gritan su dolor
a través de sus fisuras,

que la verdolaga ama la tierra
por la que se arrastra,

que más allá de esta razón
hay semillas que enraízan en el viento,

que sigues criando en mí
madre flor, almizcle y alba.


A una acacia muerta
Existe un mundo aéreo entre
mis ojos y ese árbol seco.

Apenas veinte metros nos separan.

Cuajadas de vacío y de viento
sus ramas se muestran esqueléticas.

Yo las cubro de rocío y verdor
con mi pensamiento.



Amada mariposa
Huyendo de mi mundo diminuto
de sumisa hormiga constructora
con cáscaras de avena me haré alas
para volar por montes florecidos

con savia de los álamos del río
sobre el lienzo desnudo de sus hojas
escribiré los versos prometidos
que talen mi congoja y este frío

amada mariposa ven conmigo
acércate a la orilla de mi nido
sirvámonos dos copas de buen vino
brindemos por la dicha sobre el mundo

no miento si te digo que hoy me río
del lastre que me pesa en las alforjas
cargadas por los años del vacío
que hoy quiero repletarlas de amoríos

de los sueños del pasado mana un río
un río que es mi sangre y mi camino
con agua que sonríe como un niño
por los verdes valles laberínticos

volemos de la mano bien asidos
hacia el rostro oculto de los astros
allí donde las noches son de plata
de perlas un collar su amanecida.

Cazador de versos
Acecho cada tarde a las bandadas de versos que tornan desde el norte hacia sus nidos.

Agazapado, detrás del horizonte,
y a sotavento, del porvenir,
presta mi escopeta extiendo una red invisible tejida con el perdurable y liviano hilo del recuerdo bueno.

Por allí viene úno, le disparo:

"Era aquel sol en Baeza
algodón de azúcar
sobre tus pómulos" y alicortado, vencido cae sobre las verdes retamas.

Otros dos, en la red, intentan inútilmente escaparse:

"Alforja quisiera ser,
arcón o armario en la alcoba de tus sueños", piaba úno;

"Desatas tus labios, sonríes,
y es blanca la nieve
en las cumbres de Sierra Nevada", piaba el otro.

Pero no a todos atino, ni todos contra la red se estampan.

Bastantes, la mayoría, tal vez porque son más viejos, o más expertos, se burlan volando en círculos sobre mi cabeza, y yo apenas acierto a verles el color de su plumaje, antes de perderse, raudos, entre los derruidos torreones, hacia las intrepables palmeras del Jardín de los Ayeres.

Luz de luna de otoño

Luz de luna de otoño,
difusa entre nubes altas,
evocando en los poetas
los viejos recuerdos buenos.

Sólo quien te ha vivido,
luna de ayer, plata de ensueño;
sólo quien te ha seguido
faro en la madrugada, lázaro y ciego,
guía del enamorado
cuando sin sueño,
desde el ocaso hasta el alba
de orilla a orilla surcaba
aquellos plácidos mares,
aquellos mares quiméricos

vuelve a sentir con tu luz
la delicada nostalgia
de aquellas noches que huyeron.

Luz de luna de otoño,
bruma de azúcar y acero,
sobre los tejados grises
te posas turbando el tiempo.

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