Decir te pienso,
decir te añoro,
decir te espero.
Aunque te esfumes como engaño
ante el niño inocente frente al mago del circo.
Te pienso
te añoro
y te espero
allí donde el poema
aún no tienen plumas.
Donde un sol soñoliento
acaricia y te besa tus ojos vegetales.
Te espero en ese instante en que la luz
dejó de ser canal del mal augurio.
Te añoro donde el viento
lamenta su misión para el otoño.
Te pienso con el alma
tendida en el diván de un calendario
que a tu ser me regrese,
allí donde el verano amplía su existencia.
Una esperanza late.
Una esperanza viva que hoy vierto
en las cunetas, en barbechos,
en rastrojos que tímidos
rocíos reblandecen cuando miro a través
del vaporoso vidrio.