martes, 23 de julio de 2019

RAZÓN DE AMOR

A veces las palabras no nos sirven.
A veces las palabras quedan cortas.

Ese árbol se mueve con el viento.
Nada dice ni nombra. Tal vez llora.

Tan hondo es su sentir. Se calma y dobla.
A veces las palabras son traidoras.

El humo se desliza hacia la puerta.
Siendo humo ¿por qué el aire le adora?

A veces las palabras nos traicionan.
¿Qué somos hoy, qué somos a esta hora?

¿El viento, el humo, o ese árbol que llora?
Medito la gravedad de las cosas.

Somos humo, restos de la razón.
Somos rendido y razonado amor.

Tú el viento quedo que besa mis ramas.
Yo el árbol silencioso que se dobla.

miércoles, 17 de julio de 2019

OTRA NOCHE MÁS

Vienes, has llegado.

Subimos sin esfuerzo hacia
la cámara alta de nuestra torre.

Miro por la ventana
y todo lo que daña
se ve abajo diminuto,
como matojos de zarzas,
como una maraña pequeña
de plantas que desde aquí
ya no espinan.

Estamos tan cerca del cielo
que confundo tu piel con las nubes.

Me miras con mirar de luna.

¿Lo ves?
Está brillando allá al fondo.
Es el mar,
inmenso,
ilimitado,
tan lleno de secretos que encontrar
como son
nuestros corazones a esta hora.

Y ahí arriba ¿las ves también?
Están manando constelaciones.
Dame tu mano,
en ella te pondré alguna.

Nuestro entendimiento en esta cámara
es tan limpio como ese río de estrellas,
y brillante como aquel océano.
Es suave como una nube;
sin puertas;
desnudo y redondo como la Luna.

Vamos cosiendo noches
una tras otra con hebras de oro.

Será nuestro edredón
más preciado y amado.

lunes, 15 de julio de 2019

Muchos aspiran a crecer. Yo a menguar. Quedarme sólo en aquello que de bueno tenga. Sin cáscaras que me disfracen ni protejan. Durar lo que dure. Pero íntegro y verdadero. Quiero ser semilla aventada separada de la paja, sin importarme el molino que aguarda. Ser un instante firme.
Una chispita real apenas perceptible.
Qué serenidad se respira a esta hora.
Hay un trajín de aves en el cielo y un silencio en la calle quebrado solamente por el coche de algún repartidor de pan. No sé si desde fuera se oirá mi corazón, que hoy está de muy jazmín. Luego todo será distinto. Habrá muchos ruidos. Muchos serán sin sentido.
Hoy nuestro pueblo amanece amputado, le falta un miembro, de los entrañables, de los muy queridos. La parca nos lo ha cortado.

Apenas le conocí, apenas le traté, pero algo tenía este hombre de claridad en su mirada, en su voz, en sus gestos de ser persona de indudable y ejemplar bondad. Embajador de nuestro aceite y demás productos, siempre con la amabilidad por bandera.

Repartidor de sabores, amigo de todos, trabajador incansable. Su Calvario, su cerro, sus campanas, su sonrisa. Tan emblemático aquí como la Victoria, como los caños de Roya, o los jazmines del Pilar de la Coracha.

Que allá en el cielo, bueno entre los buenos, sigas repartiendo migas, salmorejo, alegría y vida.

Se nos van los mejores. Así de asquerosa es esta vida a veces, así de traidora.

A Emilio Rodríguez Borrego. In memoriam

viernes, 12 de julio de 2019

La nieve en las paredes del sur
se bate en duelo con el anochecer veraniego.

Murciélagos oscuros cruzan raudos
como diminutas centellas de leche y chocolate.

Lejos, lentamente, el olivar se adormece.

Tiende el día al silencio y al reposo.
Sereno, ante mi ventana, me refresco
en mi recuerdo.

Aquel fragante olor de otros veranos,
de otros duelos:
la dama de noche, batiéndose coqueta
frente al gallardo jazmín.

Eran otros los tiempos.
Y otros los patios.

Otra la edad,
otra la visión,
y otra la ilusión.

Cuántas cosas me está contando esa nieve perpetua en las paredes del sur.

De una expedición sofocante en bicicleta buscando la orilla virgen de unos ojos bonitos;
de un balón de reglamento perdido para siempre en el confín de mi azotea;
de un niño que le hablaba a las estrellas;
de un padre frescando en su sillón.

NO ERAN OROS

Igual que mata, aniquila y hunde,
también la mar a veces sana, salva, reflota.

Allá donde el hombre vaya,
con él irá su sombra y su problema,
su duda y su pregunta.

No eran oros ni noticias
de nuevos reinos conquistados
lo que hoy te traía,
serena balsa de turquesas
derretidas.
Ni historias de triunfantes periplos novelescos,
ni ecos de tanta ilusión
vertida en gloria.

Y aunque en él latían por bramar,
quien calla otorga.
Y te habló con palabras de silencio
como se hablan
la brújula y el norte.

Y te orientó,
no hacia aquel cielo
hoy plomizo y aplastante,
sino hacia sus fondos más profundos,
hacia allí, hacia donde habita
aquello que no se ve ni se sabe,
como en secretas cuevas
también a veces
nuestro propio corazón
nos sorprende
en noches de tormenta y deriva,
cascado el casco y el velamen,
en dos partidos alma y timón.

Y amor volviste a gritar,
amor.
Dichosa salvación,
isla infalible.

Y todo se volvió armonía.
Secaste lágrimas.
Ya disfrutabas con los rayitos de sol
filtrados entre el esparto
como en la cuadra de Platero
llovían claras monedas de fuego.
Lindo era escuchar lejanas gaviotas.
Un buque tal vez militar
rompía la línea del horizonte.
Alguien remaba, sutil,
como sin esfuerzo,
sobre aquel tierno tapiz de acero y plata. Algún niño gritaba al salpicarle la orilla.
Triunfaba en todo la templanza
y a verdecer volvieron
en tu vientre margaritas.

¡Ganamos, oh aliado mar!

Atardecía y, cual Cid campeador librada nueva batalla,
volviste la cabeza al irte
y un último espectáculo
apuntilló tu tristeza:
algo así
como una fiesta de estrellas
brincando sobre el agua.

miércoles, 10 de julio de 2019

HOLA, OLA AZUL

Una palabra sola,
una palabra a solas

es un objeto extraño,
frío, mate, inanimado.

Dices Hola, Ola, o Azul.
Pero nada sin Luz es Azul,

nada sin Viento la Ola,
nada es un Hola sin un Llegas Tú.

Por eso apenas sé de mi Nombre
mientras no sepa del Tuyo,

Viento que Mueve mi Ola,
Ola que Pintas de Azul,

Soledad que me Destierras,
si Apareces con tu Luz.
Hay personas que a la par que envejecen, más hablan, más demuestran su sabiduría adquirida con los años. Yo en cambio cuanto más veo y más envejezco cada vez hablo menos.

Creo que me estoy volviendo viejo, mudo, y estúpido.

martes, 9 de julio de 2019

Un acebuche en sombra permanente es delgado, alto y recto. Su corteza es lisa, y el color de sus hojas es más oscuro que el de sus parientes: los otros acebuches, los que están salvo de noche en permanente luz solar, gruesos, achaparrados, retorcidos, de rugosa y áspera corteza, de hojas pálidas.

El acebuche en permanente sombra vive en constante afán de subida. Tiene una exagerada avidez de luz. Su extremada protección entre los pinos agudiza su interés por las alturas, por los huecos, por las ventanas que le den cielo, calor, color, imágenes del mundo. 

El acebuche en permanente sombra es tan bello como débil, parece una mariposa falta de alas. Lo miro y su figura se me antoja como la congelación de una danza, de un canto mudo.

En cambio yo lo veo bailar, y escucho su canto fino, afilado, rasgando un silencio apenas perturbado por el piar de algunos pájaros en esta fresca mañana de julio.

miércoles, 3 de julio de 2019

EL VIAJE

El hombre no sabe,
no comprende,
siempre tierno esqueje
ávido de tutor al que asirse.
Porque el hombre es frágil
como ala de hormiga alúa.
El hombre teme al precipicio,
a ese pozo sin fondo final
de cualquier pensamiento.
El hombre que piensa largo
como carretera en un largo país
sabe lo que se dice,
porque se sabe hombre, carne, río,
agua que no volverá a la acequia.
Y tiene miedo, frío.
Y busca al dios vivo que habita
en un beso, en un abrazo,
en la sabia constelación
sin nombre de unos ojos que cobijan
y alumbran enamorados
entre un solar de agapantos.
Y así guiarse en su viaje.

martes, 2 de julio de 2019

Girasolitos de miel,
dejamos por el camino.

Ahora cuando lo cruzo,
la grava, dulce, brilla.

Y un pajarito en el alma,
me pía y pía.



lunes, 1 de julio de 2019

Hay personas que son como una especie de píldora. Alguna palabra suya, algún gesto suyo hacia ti, te hace abrir la boca y antes de que te des cuenta ya te la has tragado, ya la tienes dentro, y poco después ya está digerida y corriendo por tu organismo como si se hubiese criado en él, tu sangre parecía predispuesta a encontrarla. Sus efectos no se hacen esperar y no habrá antídoto en el mundo que te las elimine pues tu propio cuerpo creará mecanismos de defensa para conservarlas. Es así. Son como una pildorita, como una pastillita que cambiará tu vida para siempre. No sé en qué laboratorio las fabrican. Igual te hacen sentirte sabio que profano, joven e incluso bello, los colores los verás distintos y ciertas cosas que no tenían color las verás pintadas, todo a tu alrededor te parecerá distinto aunque así era antes también aunque tú no lo vieras. No dejarás nunca de aprender con ellas y el tiempo adquiere también otro valor. Retomarás antiguos hábitos, quizás te rescates a ti mismo tan olvidado que te tenías. Creo que estarán hechas con cualquier tipo de ADN de los dioses y aunque no hagan milagros sus actos se les parecen bastante. No tienen alas ni largas trenzas hasta los tobillos, no viven en lagos ni en bosques encantados. Están donde tú, son como tú, viven como tú y tienen los mismos problemas que tú. No vuelan ni usan varita, pero algo hay en ellas, créeme, algo hay en ellas, no sé qué es, un don, una gracia, algo que no se estudia igual que las rosas no aprenden a oler a rosa.

  Allá por las últimas alturas respirables le dijo el zángano último a la abejita reina: -Frótate una de tus últimas patitas por entre la úl...