viernes, 31 de enero de 2020

MATERIAL SILENCIO

Un poema me ha hecho recordarte:
de García Baena, Molino de los ciegos.
Treinta años pasando por tu vera, homónimo molino.
Treinta años a tu lado.
Cuántas veces a mi paso he reparado en ti, mas nunca supe de tu historia.

Ya que no te conozco, déjame imaginarte,
porque algo más que la vida termina con la muerte.
Pero tú permaneces en tu nombre,
en pleno vórtice de tiempo y de caminos,
en la espiral vertiginosa del cambio y el olvido,
en cuatro muros de remiendos encalados que hoy nada custodian
salvo material silencio manantial de elegías,
sin alguien que me cuente tus secretos,
ciego molinero del molino antiguo
tal isla abandonada entre ríos de alquitrán.

Ante moles de granito rodadas por bestias
y niebla cereal en tu garganta,
déjame soñarte ciego músico
de afinado oído para el eje cadencioso de lejanas carretas,
de olfato avizor de futura lluvia que malogre por húmeda tu harina,
de manos entre el grano cual pilones de romana calibrando peso y tamaño,
qué gusto y miga tendrá el pan según el año ha sido.

Me pregunto si supiste
verde a mayo,
blanca la molienda y dorados los campos de la espiga,
pardo el rastrojo, canela el yute.

Pedro, Andrés, Sebastián, cuál fue tu nombre.
A qué lugar llevaste tu aceña sin río y el río de tu historia.
Si fuiste alegre.
Si amaste y fuiste amado.
Si mereció la pena tanto sudor y grano.

lunes, 27 de enero de 2020

COMO LLUVIA LEJANA

Facultades de océano, de noche abierta y clara,
de horizonte en campiña, poseen las palabras.

La palabra en el aire es un vuelo infinito
de inabarcable efecto.

Como lluvia lejana me derramó la tarde
un lenguaje de nanas, caricias y amapolas.

A cuna madre y mayo noche sabe.
Me expando entre azoteas,
geranios y trompetas, helechos y aspidistras
de luminoso sol materno erguidos.

Más aún que a la tierra que heredamos,
superiores al tiempo y al olvido,
así son, vehículo de historia, las palabras.

viernes, 24 de enero de 2020

Cuando es con dulzura hasta la lluvia es bonita. Escucho el golpeteo, sobre un tejadillo que tengo cercano, de las gotas. No las veo, pero me las imagino pequeñas, opacas en la oscuridad de la noche, partiéndose en decenas de minúsculos cristales líquidos al chocar contra la chapa, formando riachuelos en marcha hacia los precipicios de las canales. Esa música suya nadie la ha compuesto. Sí han intentado copiarla, Vivaldi por ejemplo, pero ya no es su música, esta música de ahora que entra por mi ventana, tan natural y aleatoria, cautivadora de tan dulce. Enigmática. Sin cortes publicitarios.

martes, 21 de enero de 2020

AL MENOS ESTA NOCHE

Quisiera que mis versos no te dijeran nada.
Que sólo te sonaran.
Como suenan a música a veces los silencios.
Como suena la nube a recuerdo de olas.
Como en mi voz la tuya los días de nostalgia.

No le demos razón a la palabra.

Al menos esta noche donde enero
está sembrando escarcha con su yunta de hielo.

Déjame que te diga como el jazmín se dice.
Como el viento marino en crótalos de espuma.
Como la partitura, vacía ya la sala,
por ella y para ella callada y solitaria
repite su melódica armonía.

Déjame que te hable con la herida del pino
que vierte su resina.
Con el sueño que esconden los madroños,
lejana la berrea.
Con el lenguaje oculto de las manos.
Porque las manos hablan, y más en esta noche
que está cayendo nieve en las fotografías.

Las palabras no bastan ciertas noches
si las sierpes se anillan en la luna.

Igual que una caricia, sobre la caracola
nevada de tus iris, déjame que derrame
un murmullo de arroyo y golondrinas.

lunes, 20 de enero de 2020

No tengo más envidia que al jazmín. Estoy tan callado y tan lleno de no sé qué dulzuras que a él quiero parecerme. Batallones de recuerdos me tienen cercado en este tránsito entre el día terminado y otra noche que comienza. Recuerdos y otras cosas. Estoy tan callado que escucho hacia dentro. Oigo mis latidos, monótonos. Dentro de mis oídos está sonando mi sangre, martilleante, perenne en su misión. Es puramente mía. Mía para el mundo. Me siento vivo de manera muy certera. Aleatoriamente lo mismo exhalo mejorana que El juicio final de Martín de Vos. Está inmensa la noche de belleza, enorme de aromas. Anuncian nieve para mañana. Y esta música en mi interior, este orden natural de las cosas. Me siento tan de la tierra como el agua y la fuerza que la impulsa, el calor que la transforma en nube, y el frío que la hace lluvia. No tengo más intención en esta noche que la de expresarme como lo hacen los jazmines. Puros como conciencia infantil, como el amor rotundo, como una cara blanda donde sembrar los mejores besos.
Ayer vi Joker, la ultranominada película para los próximos premios Oscar. El comienzo me impactó, me emocionó, me sentí feliz, aunque también incrédulo. Pensaba: ¿cómo es posible que este tipo de película esté propuesta para tantos premios? No me parecía nada comercial, era profunda, se hablaba más con los silencios que con palabras, o con la risa del protagonista, espasmódica, subrreal, desquiciante, un amasijo de detalles que me hacían pensar con profundidad. Esto es muy bueno, pensaba. Pero empezaron a surgir otro tipo de detalles. No recuerdo en qué punto la película comenzó para mí a desinflarse, a volverse superficial. Cosa que me esperaba sin duda. Ya llevaba un rato empezando a oler a Taxi driver refrito. Un par de dedos del protagonista sobre su sien me lo confirmaron. Entre lo profundo del principio y lo superficial del final hubo un tramo en que ambos polos se intercalaban, pero el desinflamiento ya fue imparable, para terminar siento otra americanada más, puro comercio, agravado quizás por el uso que hace de los graves problemas de desigualdad cada vez mayor entre ricos y pobres. Consulté datos sobre la película cuando terminó. Costó hacerla 55 millones de dólares, y lleva recaudados más de mil. ¿Quién se repartirá tanto dinero del beneficio? ¿contribuirán con él a luchar contra esas desigualdades que denuncian en la película? Lo dudo. Otra vuelta de tuerca en su hipocresía que parece no tener fin. De obra maestra a pura basura comercial me ha parecido a mí esta película. No cambiará nada. Todo seguirá igual. Han utilizado las desigualdades producidas por el sistema económico al que pertenecen como puro objeto de mercado. Dentro de 30 años Taxi driver seguirá siendo una obra maestra y Joker todo lo más que se recuerde por las estadísticas ocupando tal puesto en el número de premios conseguidos. Mundo de buitres, así sigue siendo este mundo. Huyo de las películas, de los cantantes, de libros multipremiados. Esos premios que les dan también forman parte del propio engranaje para obtener más beneficios. Siempre acaban por defraudarme. Siempre.
Cultivo nadas. Siembro, cuido, recolecto, me alimento de nadas. Pero incluso hasta esa tierra inexistente de mi huerto invisible de nadas se agota, y hay que dejarla en barbecho para que se recupere y pueda seguir produciendo mis suculentas cosechas de nadas. Y es en esas temporadas de descanso de mi huerto cuando peor lo paso, pues suelo devorar todas mis nadas, no soy de guardar mucho para cuando no tengo nadas, y ando tirando de recuerdos de viejas nadas con los que engañar mi apetito de nadas. Pero mi huerto siempre vuelve a producir. Debe tener buena tierra. La he sentido abrirse esta madrugada de insomnio, aparecer nuevos brotes, tiernos, verdes, vigorosos. Uno por ejemplo decía algo así como: "molino herido de lanza reclama su merecido lugar en la historia", que no necesita crecer más, así de pequeña ya me aporta un alimento enorme. Luego apareció morfeo, que sí he tenido que regarla, tutelarla, abonarla, hasta conseguir el tamaño que requería. Y con ese par de plantitas hoy por ejemplo ya sé que no me voy a morir de hambre de nadas. Estoy bien comido. Y sobre todo, la felicidad de saber que mi huerto vuelve a producir, que veo que sigo siendo el mismo.
... como por ejemplo MORFEO. Morfeo en realidad no es nada. Sin embargo para usted que sabe leer, morfeo ya es algo, ahora mismo ya es algo en usted, y en mí, que también sé leer y también sé escribir. Y yendo un poco más allá, si usted que sabe leer ha leído ciertas cosas en su vida, o visto documentales, o haya asistido a alguna conferencia sobre mitología clásica, puede que la palabra le haya hecho sentir tener repentinamente alas que bate con rapidez junto con una clara necesidad de huir a cualquier parte del mundo. Si es así, le pido que espere un poco en su partida si no es mucha molestia y escuche mi relato, y luego váyase si quiere, vuele adonde quiera.

Usted ha leído primeramente la eme, luego la o, después la erre, y así hasta llegar a la última letra, otra vez la o. No sé si usted es como yo, y en lugar de darle antes que nada un significado a las cosas que se le presentan de improviso, se detiene primero en otras cualidades de la cosa, porque todo está lleno de nombres obligatoriamente, de nombres que significan, la palabra palabra es una palabra que quiere decir palabra, por ejemplo. Pero como le iba diciendo, antes de dar significado a la cosa en sí, podría entretenerse en la morfología de cada letra que la compone, como esa eme, que a mí se me antoja una leve cordillera de dunas, escueta correlación de pequeños promontorios, de curvas inocentes que se elevan sobre la tiranía del recto renglón; después la o, orificio por el que mirar, isla anónima, onda en una charca, voluta de fumador experimentado, y a saber qué más cosas. Siga, siga usted practicando con cada letra, no es difícil. Vuele en el suelo antes que por el aire. Una vez que se canse del juego de interpretar la morfología de cada letra puede inventar otros juegos con la misma palabra. Invertir letras, o eliminar, o añadir, transformar. Orfeo, orfeón, oreo, morreo, órreo, arreo, reo, feo, orfebre... Y todavía no hemos llegado a su significado. Ni hace falta, porque es tanto el juego que cada palabra ofrece. Yo por ejemplo me he imaginado algo. Morfeo es nada, no era nada, andaba sobre una rama acechando, quieta, a la espera. De pronto pensé en ella y ahora existe, la escribo, la publico, y ya existe también en usted. Así que bien la he podido comparar como una garrapata escondida en una rama de arbusto, acechando, a la espera de algo que le dé vida, como un pobre perro que pasaba, y zas, la garrapata siente el calor corporal del perro y se pega a él, se agarra a su pelaje, es que me la imagino con sus diminutas garras sujetándose con todas sus fuerzas, para luego perderse entre el tupido bosque de pelo hasta alcanzar una zona propicia de piel  (qué clase de GPS usarán esos bichos, me pregunto) y una vez encontrada hincar los dientes, chupar la sangre, alimentarse, vivir... existir, sin mayor importancia, simplemente vivir, más allá o más acá de significados y de significantes.

jueves, 16 de enero de 2020

Víctimas de otras guerras, igual que niños huérfanos,
también escucho a veces en sótanos ocultos
llorar versos perdidos.
Son seres expatriados de las estanterías.
Su delito quizás no adular a los próceres de turno
de todos los estados del estado,
no rendir pleitesía a la corriente,
conducir por los ángulos oscuros
de los retrovisores de la historia.
La guerra para ellos, sumamente neutrales,
aún no ha terminado. Ni terminará nunca.
Su verdad les impide mendigar.
Pero cantan y bailan sus propias poesías
bajo las sombras de su eterna noche,
bravos como las olas, limpios como la nieve.
Tienen su propia luz
y a veces los confundo con estrellas.
No quieren adopción ni reconocimiento.
De qué le sirve a un muerto. Su premio fue el olvido.
Si alguna vez los veis, no habléis de libertad,
pues les punza lo mismo que un erizo.

jueves, 9 de enero de 2020

Sobre el cauce, el agua; sobre el agua, el brillo del sol poniente, los reflejos de las casas, del cielo, de juncales y ciclistas, la sombra del puente, las de nuestros cuerpos, temblorosas, agigantadas, aferradas a la barandilla, negándose al rapto, insumisas.
Y sobre las sombras y el agua, el puente;
y sobre el puente nosotros, entre dos cielos, entre dos orillas, ensimismados, contemplando brillar, reflejar, temblar, escapar la corriente. Te giras y me miras, y yo no sé si el sol sigue en el agua o está en tu rostro al completo. Me sonríes. Y pienso en el cese repentino y momentáneo de fuerzas que nos cercaban hará un momento. Tan sólo una, nueva, se manifiesta: sellar en mi memoria este instante de suprema quietud ante tanta gravedad, tanta huida, tanta noche presentida. Pompas de mayo en los albores de enero, anguilas varadas al otro lado del tiempo, eso parecemos. Pero espejismos somos tú y yo, peces de paso, que también huiremos, como el sol, con el agua, por un cauce que en dos partirá la noche. Te beso.

  Allá por las últimas alturas respirables le dijo el zángano último a la abejita reina: -Frótate una de tus últimas patitas por entre la úl...