Quisiera que mis versos no te dijeran nada.
Que sólo te sonaran.
Como suenan a música a veces los silencios.
Como suena la nube a recuerdo de olas.
Como en mi voz la tuya los días de nostalgia.
No le demos razón a la palabra.
Al menos esta noche donde enero
está sembrando escarcha con su yunta de hielo.
Déjame que te diga como el jazmín se dice.
Como el viento marino en crótalos de espuma.
Como la partitura, vacía ya la sala,
por ella y para ella callada y solitaria
repite su melódica armonía.
Déjame que te hable con la herida del pino
que vierte su resina.
Con el sueño que esconden los madroños,
lejana la berrea.
Con el lenguaje oculto de las manos.
Porque las manos hablan, y más en esta noche
que está cayendo nieve en las fotografías.
Las palabras no bastan ciertas noches
si las sierpes se anillan en la luna.
Igual que una caricia, sobre la caracola
nevada de tus iris, déjame que derrame
un murmullo de arroyo y golondrinas.
martes, 21 de enero de 2020
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