martes, 26 de marzo de 2024

 Atrás truenos, tempestades,

pedestales de la euforia.


Que mi ola más gigante 

apenas pase de onda.


En esa quietud sonora

proclamaré mi misterio.


Abisal y laberíntico.

Negro como el pozo negro.


Denso, hondo, escueto, frío.

Acariciando el silencio.

 Callaron las voces.

Helaron sus dedos.


Primavera acuosa.

Atenuados cielos.


Umbrales de abril,

estériles vuelos.


Por donde los cardos

y donde los cuervos.


Donde el camposanto.

Candil de recuerdos.

miércoles, 13 de marzo de 2024

 Árbol yo, podré dar muchas flores, pero pocas manzanas; se perdió la abejita que las polinizaba. Barco yo, llegaré a muchos mares, pero a poquitas playas; extravié el astrolabio que me orientaba. Explorador, sediento, orador yo: cruzaré muchas selvas, beberé en muchas aguas, podré decir mil cosas con muy pocas palabras. Pero: ¿quién calmará mi sed de fondo, quién de las fieras frías será mi ángel custodio? ¿Y hasta cuándo mi viaje? ¿Seré cual ser inane, bogando día tras día, mes a mes, año tras año, implorando al pasado eternamente un poco de alimento almacenado? Porque eso hago, satisfago tal carencia con recuerdos: tus manos en mis manos eran dulces y tibias como el pétalo de orquídea y la sandía crujía de colores y aroma entre tu boca y mi boca como en un bodegón de pintura flamenca. Es así: millones de partículas ionizadas -cual diminutos soles-, orbitan en el siempre entre una pertinaz lluvia de lágrimas. Y en la noche infinita, mi salmódico llanto prolongado: Ofelia sólo duerme, sólo duerme, duerme...

Las estrellas parece que se apagan. ¿Algo escuchó mis súplicas? Parece que se anuncia un nuevo alba. Las cosas reorganizan su antiguo organigrama: el pez vuelve a ser pez en amplias aguas; la liebre, el regaliz, la tórtola y la esquila, el trigo y la lavanda, la delicia melódica del casco del caballo entre la grava... El todo gira hacia su ser lentamente, a su única sustancia. Tras la noche lluviosa, mi alma se asemeja a la amapola en cálida mañana: yérguese, prístina de sangre, y con la renovada brisa danza. Has regresado.

  Allá por las últimas alturas respirables le dijo el zángano último a la abejita reina: -Frótate una de tus últimas patitas por entre la úl...