Porque me has sembrado
de brisa
y de oleaje,
de isla y de palmera,
de conchas finas,
de espuma clara.
Ven.
Acércate un poco más.
No temas herirte
si descalza caminas sobre
el coral de mi pecho:
al son de mis suspiros
danzarás entre hipocampos.
Hay una pleamar
propensa al mejor de los naufragios
en mis labios si
(Helios reverbera entre tus dientes)
sonríes como tú sabes.
Así que bésame,
con ardor de luna
o de perseidas,
engrasando engranajes
de astrolabios y sextantes oxidados
en esa costa olvidada
en cualquier mapa,
allí donde perdí todos mis nortes.
Acaríciame, rémame lejos,
despéscame en altura;
préstame cinco cabellos
para trenzarme una balsa
y por vela una pestaña.
Con el viento de un
te quiero
prometo llegar muy hondo,
libre como un albatros,
bajo un cielo sin lágrimas,
mar adentro entre tus brazos.
martes, 5 de febrero de 2019
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