El humo es tiempo condensado,
espiritual materia que se eleva,
que parte de la llama,
última luz abandonada.
Abajo
grueso tronco o bravo combatiente
se resiste, cruje parco,
tal si apretara los dientes.
Aún bella es la vida entre tus grietas,
ya no verdes, sino tal cuevas grises.
En silencio
vuelan pájaros contigo,
cadenas de estaciones,
el aullido del viento, los nidos cual zarcillos,
la vara golpeándote su jambre jornalera.
Viejo tronco de olivo,
ardiente majestad,
útil toda tu vida.
Y aún ante tu muerte,
en la claudicación de tu existir,
mis manos ateridas
extiendo sobre ti.
Y barro las cenizas tras de la noche fría.
Y encuentro algunas ascuas,
tal vestigios de amores del pasado.
Tal un sueño atrapado entre el deseo.
Tal el calor de un beso en la estación final,
última luz abandonada.
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