Todo mi desuniverso
se me ordena y concentra cuando abrazo a mi hija.
Yo no sé si ella sabe de toda esa potencia concentrada y ordenada que de mí recibe.
Es todo un mundo eso que le doy.
Todos mis misterios, toda mi impotencia.
Pero también es sencillo, como el común clavel, esa extraña y bellísima flor aromática de pétalos tan prietos.
Soy el mar y soy el cielo, Whitman y Lorca, cuatro estaciones, montaña y edelweiss, arcoiris, río y viento cuando abrazo a mi hija.
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