Igual que presa o dique,
con su ángulo agudo tan perfecto,
como embalse de ramas que fabrica el castor.
Aguantando la fuerza de las aguas,
el empuje constante al hormigón.
Y por más que lo intento, y por más que soporto,
imposible es que a veces se abren grietas,
y por ellas el agua cuela en versos,
en no sé qué relámpagos de amor,
no sé qué transparencias,
profunda lucidez, alto fulgor.
Y me abro inconsciente en amplitud de lluvia,
de par en par rasgado, y al demonio el aguante, como cielo empapando
a trombas los desiertos,
como padre esperando en el zaguán
-tras demasiado tiempo-
donde ha de aparecer su amada hija.
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