lunes, 14 de febrero de 2022

 Igual que presa o dique,

con su ángulo agudo tan perfecto,

como embalse de ramas que fabrica el castor.


Aguantando la fuerza de las aguas,

el empuje constante al hormigón.


Y por más que lo intento, y por más que soporto,

imposible es que a veces se abren grietas,


y por ellas el agua cuela en versos, 

en no sé qué relámpagos de amor,

no sé qué transparencias,

profunda lucidez, alto fulgor.


Y me abro inconsciente en amplitud de lluvia,

de par en par rasgado, y al demonio el aguante, como cielo empapando 

a trombas los desiertos,

como padre esperando en el zaguán

-tras demasiado tiempo-

donde ha de aparecer su amada hija.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

  Allá por las últimas alturas respirables le dijo el zángano último a la abejita reina: -Frótate una de tus últimas patitas por entre la úl...