domingo, 27 de febrero de 2022

 SONETO SIN REGLAS, MAS CON AMOR Y ESTRAMBOTE


Me enseñaste a decir mama, papa, pan; 

me ayudaste a caminar, a comer, a escribir y a leer.

A reír más que a llorar, a levantarme al tropezar.

A cantar, a jugar, a no embalarme con la bicicleta.


Calurosos los dos, contábamos estrellas

sobre el mismo colchón en la azotea.

Madre, si soy poeta, eres tú la culpable.

Tú, y tus macetas; sólo tú, ellas, y tu misteriosa tristeza.


Jamás sabré ponerle nombre a tu actitud frente al mundo.

Yo nunca alcanzaré en profundidad de qué se trata.

Si he de llamarla primavera constante o alegría, sombra o desdicha.


Madre, yo sé que tu visión del mundo siempre es media por desgracia.

Tal vez por ello así soy yo, medio humano feliz, medio poeta triste.


Madre, ¡me enseñaste tantas cosas!

Pero nunca este silencio que despierta al rendido,

y escucha atento por saber si aún respiras.

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