jueves, 31 de marzo de 2022

 El sonido de una campana, 

suave, monótona, 

entre el sonido de la lluvia, 

dulce, cadenciosa, 

limita el sonido de mi sangre.


Del casco antiguo vengo,

y no había casi nadie.


Es tiempo de cuaresma.

Yo pienso en magdalenas

y canastos de mimbre.


De los antiguos aromas

sólo queda una campana

sonando entre la lluvia.


Ha cesado la campana,

ha escampado la lluvia.

Y mi sangre reposa.


Del casco antiguo vengo.

Un niño solitario ayudaba a un fantasma a portar un canasto repleto de magdalenas invisibles.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

  Allá por las últimas alturas respirables le dijo el zángano último a la abejita reina: -Frótate una de tus últimas patitas por entre la úl...