sábado, 2 de abril de 2022

 Los árboles que orillan el estanque

inclinan su interés hacia las aguas.

Vegetal expresión de amor callado.


Un ballet de diez peces de colores

ensaya su espectáculo sin público

en la hora temprana.


Sólo un espectador ocupa una butaca:

provincia de Almería en azulejos,

Almanzora, Comarca de los Vélez,

Fiñana, Oria, Huécija, Bacares,

y otras toponimias singulares:

Velefique, Tabernas, Carboneras,

Chirivel, Lucainena de las Torres.


Medio siglo en la tierra

y no conozco toda Andalucía.


Tampoco en su existencia

sabrán de mar o lago o río auténticos

esos peces del agua,

y sin embargo danzan... cómo decirlo: deshinibidos. 

                         Y además con dulzura;

cual coro que acompaña con su baile

el amor de los plátanos de sombra

hacia las verdes aguas estancadas.


Escucho un ditirambo en cascabeles,

y la onomatopeya lejanísima de una campana.

Despierto de mi ensueño.

Un coche de caballos comienza su jornada,

y la primera misa de la mañana.


Amanece. Sevilla.

Plaza de España.

En un día cualquiera.


Bueno, no tan cualquiera.

A veces me distraigo en los semáforos

con minúsculas hierbas de la acera.

Vegetal reflexión, fugaz filosofía,

bastión irreductible

de un tiempo cuando aquí todo era campo.

Los naranjos me lanzan 

de nuevo su azahar a mis fosas nasales,

y si puedo afinar más el olfato

alcanzaré el incienso;

y si también mi gusto

manzanas de rubí con traje caramelo,

y torrijas de miel, y arroz con leche;

y si también mi oído

el rasgar de alpargatas bajo el cancel vetusto;

y si también mi vista

el niño inflando a gotas su pelota de cera.


Bien está lo que vive en cualquier forma,

pero vive.

Bien está lo que ama como puede,

pero ama.

Bien está la rutina, el día a día. 

Bien está la visita entresoñada a provincias lejanas que nunca conociste,

el amor inventado por tu parte en árboles del parque, o el bailar de los peces en su cárcel de agua.

Bien están los recuerdos, escribir. Recordar y escribir es vivir todavía, es ansia, voluntad, coraje en repetir (de qué le vale un lápiz y un papel a los muertos bien muertos).


La dicha está en el sol y está en la lluvia; 

la dicha está en el aire,

y en tus cinco sentidos.


La nostalgia y cualquier otra cosa semejante

es simplemente símbolo.


Sentir, sufrir, reír, llorar, el errar o acertar, el ganar o perder, creer o no creer,

el negar, el asentir. Todo es símbolo.


Qué más da dónde se halle la verdad.


La suprema verdad se encuentra en el ahora, con su carga pasada cargada de pesantes presentes y futuros.

Él y solo mantiene con su farsa o axioma

aquello que merece ser vivido.

Calcula de un plumazo el laberinto 

del estar y del ser, 

ignora lo perdido y lo no conseguido,

estimula al vencido,

rearma al desarmado,

realma al desalmado,

infla con viento renovado

las velas del sopor del desvelado,

y devuelve al carril de la creencia

al más descarrilado descreído.

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