Cuando mi boca
se vuelve puré de almendras dulces.
Cuando te imagino.
Cuando medra el destino
con su horizonte aparentemente sereno.
Ahora que no hay viento,
ahora que no llueve,
pero tengo miedo.
Ahora que el silencio
disfraza de inocente el porvenir.
Ahora que te recuerdo,
ahora que te menciono
porque he visto una bisbita bebiendo en mi patio solitario,
ahora que te pienso
como piensa en la nube
el agua prendida
en la onda del charco.
Ahora que hace sol, y no te tengo.
Cuando aún me suspendes en el aire
porque frágil me vuelves como brizna de hierba, si te anhelo,
retal del más preciado sueño,
ascua en la hoguera de inagotable invierno.
Ahora que te preciso, aunque todo parezca tranquilo.
Ahora que por edad
la experiencia me dicta
que tal paz será siempre un engaño.
Embustera es la vida
por más que se decore
envuelta una vez más en primaveras.
Si me sigues faltando,
absténganse madroños y duraznos
en madurar sus frutos.
Quédense en nieve las altas cumbres,
pues para qué tanto río.
Para qué el agua fresca
que refresque mis pies,
mis pies ya no cansados,
porque ya no caminan.
Y si lo hacen, son patas de cangrejo
hacia un pasado de brisa y de amapola
y vino dulce y risa
que ya sólo perdura en mi memoria
junto a algún que otro juguete de la infancia.
Ahora que veo tan claro lo plena que me has sido.
Cuando llena me llenas aún de calma y de blancura, mes a mes, al simular la Luna tu sonrisa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario