miércoles, 10 de abril de 2024

 Cuando mi boca

se vuelve puré de almendras dulces. 

Cuando te imagino. 

Cuando medra el destino 

con su horizonte aparentemente sereno.

Ahora que no hay viento, 

ahora que no llueve,

pero tengo miedo.


Ahora que el silencio 

disfraza de inocente el porvenir.

Ahora que te recuerdo, 

ahora que te menciono

porque he visto una bisbita bebiendo en mi patio solitario,

ahora que te pienso 

como piensa en la nube 

el agua prendida 

en la onda del charco.


Ahora que hace sol, y no te tengo.

Cuando aún me suspendes en el aire

porque frágil me vuelves como brizna de hierba, si te anhelo,

retal del más preciado sueño,

ascua en la hoguera de inagotable invierno.


Ahora que te preciso, aunque todo parezca tranquilo. 


Ahora que por edad 

la experiencia me dicta 

que tal paz será siempre un engaño.

Embustera es la vida 

por más que se decore 

envuelta una vez más en primaveras. 


Si me sigues faltando, 

absténganse madroños y duraznos

en madurar sus frutos. 

Quédense en nieve las altas cumbres, 

pues para qué tanto río. 

Para qué el agua fresca 

que refresque mis pies,

mis pies ya no cansados, 

porque ya no caminan. 

Y si lo hacen, son patas de cangrejo 

hacia un pasado de brisa y de amapola 

y vino dulce y risa 

que ya sólo perdura en mi memoria 

junto a algún que otro juguete de la infancia. 


Ahora que veo tan claro lo plena que me has sido. 

Cuando llena me llenas aún de calma y de blancura, mes a mes, al simular la Luna tu sonrisa. 

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