lunes, 21 de octubre de 2019

MI NUEVA VENTANA

Ciertos cambios en una casa son pequeñas revoluciones en tu vida. Lo que en tiempos fue cuarto de juegos, luego lugar para mis libros, a partir de hoy es dormitorio, y el que era dormitorio es ahora mi biblioteca, a la que he sumado una mesa amplia, un ordenador viejo sin conexión a internet, una lámpara de sobremesa, y un mueble que hice una vez en un arrebato de inspiración, moderno, de ese estilo que llaman industrial, que tiene un vasar para botellas donde he colocado una mochila, pero que tiene cajones, que es lo que yo iba buscando para guardar mis papeles. Le tengo mucho cariño a ese mueble. Por fin le doy utilidad. Pero como decía al principio, por aquello de las pequeñas revoluciones, es que en el trasiego de muebles para un sitio y cacharros para otro, ha aparecido una foto de mí de hace... 2019 menos 1985... 34 años. Hace mucho que se me perdió esa foto, y me he llevado mucha alegría al encontrarla. Aquí sentado, mientras escribo, de cuando en cuando miro hacia la foto colocada sobre libros en la estantería. Es como mirar un espejo que me transporta en el tiempo. También miro a mi ventana, mi nueva ventana, que no da a los patios vecinales ni a los campos lejanos ni al cielo ni al aire como la anterior, donde tanto escribí, sino que da a un ojo de patio y enfrente sólo veo una pared. Quizás este nuevo lugar para mis escritos me haga profundizar más en mi interior. Lo digo para consolarme creo. No, pero este nuevo sitio es muy bueno para mis cosas, como mi casa dentro de mi casa. Escucho Mark Knopfler, bajito. La luz de la lamparita me gusta mucho. Hay miles de frases de buena literatura frente a mí en la librería, me siento como bien abrigado, y bien acompañado. He colocado en mi librería también antiguos juguetes míos de cuando niño, una máquina retroexcavadora en miniatura que me compraron mis padres en la feria cuando ésta era todavía en el cerro, un juego de dados, un par de juegos magnéticos, un puzzle de un coche de fórmula uno, y mi foto, un día de verano en el cerro, montado en bicicleta, la bicicleta que me compró mi padre un año antes. Esa foto me la hizo una prima hermana mía. En el reverso, y escrito a boli, pone: "Esto es una foto bien hecha... Emi. Verano 1985". Mi prima nació en Barcelona. Hoy vive en Sevilla. Una vez vino al pueblo y entró a una papelería buscando un libro de Pablo Neruda. Yo era muy chico pero me acuerdo muy bien de aquello. Nos contó que la miraron con cara extraña en la papelería después de preguntar por ese libro.  Yo entonces tampoco conocía a Pablo Neruda.

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