Puede que ya alcancé (tal vez sobrepasé)
lo que yo más seré. Tal madura granada,
tiempo viene a ser ya de degustar mi propia
dulzura, como así degusta todavía
el río en estuario las mieles de sus aguas.
Sólo el viento me basta. Este viento de ahora,
por ejemplo, que esconde sinfonías, retira
o trae la lluvia, viene, sacude los cristales
de las ventanas, luego pasa, y no se oye nada.
Mas la ausencia de Eolo ha despertado a Cronos,
le sacó de su alcoba de madera, silente.
Prodigio de tictac. Es el reloj. El viento
vuelve. Yo vuelvo a mí. Vuelve otra cena, vino
de pasas, ensalada. Y la cama. ¿Y mañana?
Pero esta noche aún es moscatel, almíbar.
Que ya no es cosa mía la palabra mañana.
Vuelve el tictac, de fondo. Y hay música en mi alma
-el viento me adormece con gusto a mermelada.
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