miércoles, 26 de junio de 2019

Cuando yo digo que escribo por necesidad, en pocas de las otras muchas cosas que diga llevaré tanta razón como en ésa. Es como buscar algodones. Algo así.

Últimamente me dan las tantas trabajando. Que no deja de ser al fin y al cabo, sea por exigencias de dicho trabajo en cuestión o por capricho, una forma más de gastar el preciado tiempo.

No voy a extenderme en más reflexiones sobre eso, así que aparcado queda. Bastante caro me sale como para emplear mi ratito de libertad en ello también. Que eso sí que no tiene precio.

A lo que voy. En un entreacto hace un rato en mi trabajo, mientras el calor hacia también su trabajo sobre el barniz recién dado, yo me senté un ratito en el patio de mi taller a contemplar las cosas. Con una cervecita, el tabaco, y un bote de alcaparrones aliñados.

No debo de quejarme si he de estar tan tarde trabajando. Porque veía bandadas de todo tipo de pájaros imagino que de regreso a sus nidos, a sus hogares, después también de su jornada. De una jornada repetitiva, donde no hay domingos ni lunes, tal vez sólo las estaciones climáticas, que ésas sí que condicionarán notablemente su existencia.

Eso era lo que veía por el cielo. También veía los olivos, el mar de olivos de estas tierras. También una humareda negra lejana algo inquietante porque parecía salir del lugar adonde va dirigido el trabajo que estoy haciendo. Cosas de mis pensares. Y coches por la autovía, camiones, motos. Lo que hoy no vi fue ningún avión volando.

Pero sí vi, y éste es el motivo de mi escritura hoy, es a mi perra mastina pariendo allí en mitad del patio.

Era su segunda cría la que estaba dando a luz, una hembra. La anterior, macho, la tuvo mientras yo daba el barniz antes mencionado. Oí unos gemidos. Vi al padre correr hacia la madre, que no es esposa, inquietado como yo por ese sonido. Lo vi llegar a ella, lo vi cómo veía lo que había. Lo olió. Y se fue.

Esto también da para mucho que pensar desde mi faceta y rol de humano. Pero tampoco me da la gana plasmar lo que pienso sobre ello.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

 Si el poeta se duerme en su palabra, el pueblo al que le canta se empobrece. Si el pueblo se empobrece y adormila, el poeta se agranda, des...