domingo, 1 de mayo de 2022

 Me están entrando ganas de un poema. 

Así, tal cual, de pronto…

Buscaré por detrás de ese fondo cantor de pájaros cruzando los umbrales de mayo. Tampoco en los trigales quiero hallar el impulso; no en ese estado absurdo entre dos mundos que fácilmente damos por viviente, sino en el pensamiento, en esa no materia, en el costal de harina ya vaciado, barco anclado sin rumbo ni codicia, sin noticia del viento, sin vergel, sin oasis ni isla, aventurero fiel a su naufragio.

Escarbaré cenizas hasta hollar esquelético silencio. Será su cueva gris el idóneo cimiento.

Los pájaros insisten con su canto, y es verde el campo.

Pero niego. Reniego. Oídos sordos. Ciegos los ojos. Y un corazón latiendo simplemente.

Quiero un poema a secas. Quiero un poema a solas, sin historia ni histeria. Versos sueltos, ingrávidos. Sin costumbre ni ley. Carentes de objetivo.

Quiero el germen, la génesis. El afán de algún futuro beso si aún no existen labios. El confluir de átomos antes de la presencia de la mezcla de agua con deseo, es decir, la saliva; de la bruma en el bosque; de un cielo en acuarelas; de letras que flirtean entre ellas por volverse palabra.

Algo así de sencillo y primigenio. Sin moral ni doctrina. Como una golondrina extramuros de la grey.

Sólo empuje vital.

El grito de la luz sobre la sombra.

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