A diario voy perdiendo alguna cosa.
Unas porque se me mueren, y otras porque se me marchan. Y a veces no hay lugar
para enterrar tanta lágrima.
Yo quisiera ser cántabro, o de Zamora,
astur o leonés,
de Palencia o navarro.
De allí donde las cosas son de piedra,
y además tan bellas.
De allí donde las cosas tanto duran,
como si fueran eternas.
Mi sur también es bello,
no lo niego.
Pero inconstante y pendiente de la ruleta del tiempo, todo el tiempo.
La vida no vale nada ciertas veces
por las tierras del sur. Os lo juro.
Yo amo mucho a la vida.
Y yo no quiero una vida de feria y de artificio y de rocío que el sol con mínima fuerza evapore.
Yo quisiera ser capitel o canecillo
de una sencilla ermita románica,
perdida entre montes y olor a espliego.
Yo quisiera enfrentarme a la muerte
con grotesca expresión en mi cara
labrada sobre material granítico.
Yo no quiero ser fuego en verbena,
sino piedra con arte en el tiempo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario