viernes, 27 de agosto de 2021

 A diario voy perdiendo alguna cosa.

Unas porque se me mueren, y otras porque se me marchan. Y a veces no hay lugar

para enterrar tanta lágrima.


Yo quisiera ser cántabro, o de Zamora,

astur o leonés,

de Palencia o navarro.


De allí donde las cosas son de piedra,

y además tan bellas.

De allí donde las cosas tanto duran,

como si fueran eternas.


Mi sur también es bello,

no lo niego.

Pero inconstante y pendiente de la ruleta del tiempo, todo el tiempo.

La vida no vale nada ciertas veces

por las tierras del sur. Os lo juro.


Yo amo mucho a la vida.

Y yo no quiero una vida de feria y de artificio y de rocío que el sol con mínima fuerza evapore.


Yo quisiera ser capitel o canecillo 

de una sencilla ermita románica,

perdida entre montes y olor a espliego.

Yo quisiera enfrentarme a la muerte 

con grotesca expresión en mi cara 

labrada sobre material granítico.

Yo no quiero ser fuego en verbena,

sino piedra con arte en el tiempo.

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