Sobre mis manos unidas
formando cuenco
caen tus chorros
de palabras frescas y transparentes.
Y es una luz de oro lo que mi corazón traspasa al beberlas.
Allá por las últimas alturas respirables le dijo el zángano último a la abejita reina: -Frótate una de tus últimas patitas por entre la úl...
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