Esta tímida luz apenas perceptible,
pequeña resonancia rutilante
abriéndose camino entre las grietas
de las altas murallas de un amor derruido.
Este eco apocado, silencioso,
vestigio arqueológico de un tiempo
mejor iluminado y más sonoro.
Este herido soldado
surgiendo de repente entre las llamas
no dando por perdida la batalla.
Este lobo amansado, vestido de cordero,
(que aúlla ciertas noches, yo lo escucho,
con hambre de tu piel y de tus besos).
Esta huella en el aire (yo la huelo)
tiene olor a té verde y a jazmín.
Esto que, sencillamente,
ahora titulamos de amistad.
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