martes, 31 de agosto de 2021

 Muchas mañanas tengo

en que ya ni desayuno.


Porque mi hambre es de otra cosa.


Ningún panadero o pastelero

puede ofrecerme

el olor único

de aquellos marbellones, gitanillas, jazmines de mi infancia.


Tan sólo algunas veces

volví a encontrarlo 

en tus labios, 

y me sacié con ellos.


Pero el hambre se repite a diario como el sol o la luna. 

El hambre es incesante como el mar 

o la perpetua probabilidad 

de estar a punto 

de que se desencadene otra guerra.


Y tú también te me has vuelto lejana.

Como la paz sin miedos

o aquellas macetas de mi infancia.

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