El sonido de una campana,
suave, monótona,
entre el sonido de la lluvia,
dulce, cadenciosa,
limita el sonido de mi sangre.
Del casco antiguo vengo,
y no había casi nadie.
Es tiempo de cuaresma.
Yo pienso en magdalenas
y canastos de mimbre.
De los antiguos aromas
sólo queda una campana
sonando entre la lluvia.
Ha cesado la campana,
ha escampado la lluvia.
Y mi sangre reposa.
Del casco antiguo vengo.
Un niño solitario ayudaba a un fantasma a portar un canasto repleto de magdalenas invisibles.