domingo, 29 de marzo de 2020

Te quiero en tu frescura,
es decir con tus errores,
en tus titubeos te quiero,
señales de que aún
estás en crecimiento.

Te quiero en tu boca
que duda mi beso.
En tu honestidad
te quiero.

Te quiero en tus miedos.
Te quiero en el engaño.

Te quiero por debajo de la tierra
como a veces el Guadiana.

Pero también junto al mar te quiero.

Y más allá del mar te quiero.
Más allá de la verdad.
Transversalmente más allá de todo
te quiero.

Pero es mejor quererte más acá de tanto.

Como yo te quiero.
Si me muero
qué alegría llevarme el saber
lo que es un beso.
Imagino la extrañeza de la naturaleza ante este brutal cese en general de la actividad humana. Dicen que han visto delfines cerca de Venecia. Mi pueblo no es Venecia, pero también aquí se aprecian señales. Acabo de llegar al taller y por la carretera me han llamado la atención varios conejos. Aunque no es del todo extraño observarlos por esta zona, sí lo es por la mayor cantidad que hoy acabo de ver. En cierta forma claro que sí les afecta también a los animales el coronavirus. Las plantas respirarán mejor también supongo. Estamos tan acostumbrados a ver la realidad a través de pantallas que cuando la observamos directamente también nos provoca extrañeza. Quienes me leéis ya desde hace tiempo seguramente comprenderéis que yo pueda sentir cierta pena el día que todo esto acabe porque tengo poca confianza en el ser humano en general, porque todos somos también quien más quien menos Donald Trump, algo ciegos y un tanto despóticos, y como iba diciendo, me apenará cuando otra vez los tubos viertan su humo negro a las nubes blancas y al cielo azul y las cañerías su mierda (nuestras mierdas) a los ríos y los mares. Ahora siento ganas de abrazar esos conejos que acabo de ver y decirles carpe diem, y seguro que me entienden, como entenderían a Lorca, que soy amor, que soy naturaleza.

sábado, 28 de marzo de 2020

Ayer me paró, que también podría decir me detuvo, por quedar algo más fino, pero aun siendo en este caso verbos sinónimos, el segundo puede llevar a quien me lea a una mala interpretación. Hay que ser consecuente con lo que se dice, creo yo. Bueno, que me paró la Guardia Civil, en una especie de emboscada, aunque esto también debería de explicarlo un poco porque las personas cortitas de espíritu como es mi caso vemos emboscadas por todos lados y a cada rato. Yo salía de mi casa, por la tarde, después de dar mi cabezadita reglamentaria, que si ese bicho tiene cojones a ver si es capaz de dejarme sin mi siesta, que lo mato, porque sin ella no soy persona, aunque tras ella siga igual de cortito de espíritu. Entonces, camino del retorno al trabajo, me acordé que el día anterior había visto que una papelería de la avenida despachaba sus productos a través de la reja. No tengo goma de borrar. Como yo dibujo los planos de mis muebles y mis puertas sobre tablero al estilo de los grandes creadores artísticos renacentistas, eso conlleva un enorme gasto en goma de borrar si me equivoco dibujando (que suelo hacerlo de sobra), cuestión de temperamentos enfrentados, porque la aspereza del tablero fulmina la suavidad de la goma, que esto bien podría extrapolarse a las relaciones humanas. Entonces decidí acercarme a dicha papelería, pero como ya iba asustado, y vi que no había clientes en la acera, y que a lo mejor todavía seguía medio amorrado, y que soy tímido, sé que leí un gran cartel que decía toque el timbre, pero que yo qué sé, será que la avenida desierta impone, decidí dejar lo de la goma de borrar para mañana, o sea hoy, e irme para el taller. Pero para coger ese camino yo tenía que continuar en dirección contraria a él para llegar a la rotonda más próxima que me permitiera invertir mi camino para llegar a mi destino. Entonces fue cuando caí en la emboscada, en la rotondaemboscada. Cuatro o cinco patrullas de la guardia parando (o detuviendo) a todo quisqui. De momento caí, cosa que no me sorprendió. Mantén la calma, me intradigo, mientras tardo en atinar con el botón del elevalunas. Buenas tardes, porque otra cosa no sé, pero educados son. ¿Dónde va? A trabajar. En qué. En mi taller. De qué. De carpintería. ¿Y cree usted que ese trabajo es... no recuerdo la palabra exacta que me dijo, pero venía a decir algo así como si aquello era... inapelable? No sé si esa palabra se la enseñan en la academia, o a lo mejor la aprendió por cuenta propia, como yo por la mía aprendo otras, como xilófono o exangüe. El caso es que aquel diálogo fluía, al menos desde mi lado, por lo que como respuesta le di una leve elevación de hombros con lo que claramente quería decir si no trabajo no como. Pero hemos de ser civilizados y admitir que esa conversación no podía acabar allí, sino que el guardia fiel a su trabajo también tenía que completar su interrogatorio. ¿Qué taller? El mío ¿Trabaja solo? Sí ¿Tiene usted en su vehículo algún documento que lo acredite? Nueva elevación de hombros. Déjeme su DNI, y yo dios mío, que no le dé a la perra por ladrar, bueno, si ladra es porque a lo mejor la perra en su idioma y como sé que me quiere tanto está gritando a su modo Viva España, y como el guardia y yo hasta el momento nos estábamos entendiendo tan bien puede que mi perrilla también pudiera entrar en aquel entendimiento porque está vacunada y siempre la llevo en una jaulita sobre todo porque si va libre me lo pone todo perdido de pelos y porque pueden multarme también. Puede continuar, me dice el guardia, devolviéndome el carnet. Continué, pero yo ya no sabía para dónde. Ya ves, cogí a la derecha, no sé si por el ambiente, pero sé que aquél no era mi camino, aunque sí lo fue para salir de todo aquello, como trocha entre ladera empedrada, como cabrero que tiene que afianzarse en su trayecto, sin más ideologías que las del miedo y el amor, la vida y el pan.

P. D. Creo que exangüe debe llevar tilde en la a, porque la diéresis corta el diptongo entre la u y la e. Tampoco entiendo mucho de estas cosas, y no debo equivocarme mucho, porque sigo sin goma de borrar.

viernes, 27 de marzo de 2020

EN ELLO ESTÁ

Entro a tu habitación, como quien entra
en un campo de labranza.

Doblada tu espalda hacia el bancal que es tu mesa, el bolígrafo en tu mano es como una azada creando surcos de azulados brillos sobre el blanco papel tendido.

Te observo trabajar, callado.
Labras tu porvenir con énfasis de empecinada, honrada campesina, entre los duros libros,
con los ojos de la ilusión puestos en el cielo futuro.

Cultivas esperanzas, tiempo y camino.

Te miro y eres en mis ojos tierna y nutritiva como el pan bien merecido, pero pesas también sobre mi mirada como fanegas de tierra áspera,
porque en mi corazón, dependiente del tuyo, se hincan como garras
las raíces invisibles de lo inseguro.

Te abrazo, y es posible que no sepas todavía que en ello está ya todo lo que en el fondo andas sembrando, todo eso bueno que esperas cosechar un día. Como selecto aceite o la mejor harina, como el fruto más preciado de la tierra: amor tan grande.
Y qué fácil te lo doy, y qué inmediato.
Tanto, que, viéndote luchar, casi resulta incómodo, de tan sencillo.

viernes, 20 de marzo de 2020

ESTE CASO ES VERÍDICO, COMO DIRÍA PACO GANDÍA

Ayer comimos cocido en mi casa, olla como decimos por aquí. Sobró pringá. Hoy le he propuesto a mi mujer que cuando vaya a por el pan compre un mollete y que a la hora del almuerzo me espere con camisa blanca y mucha escandalera de platos y vasos y dando carreras pacá y pallá por la cocina. Cuando yo llegue a mi casa haré como el que entra a un bar, a uno en concreto, muy sevillano y muy céntrico, fundado por dar un dato el mismo año en que nací. Entonces yo entraré, muy animoso, le pediré a mi mujer una cerveza después de que me pregunte en su trajín qué desea el caballero ¿Y de comer, alguna cosita? Y yo haré como el que piensa, como el que duda ante tanta oferta, y después de unos segundos puramente teatreros diré, ponme un montaíto de pringá, ella pegará un vosejón a un cocinero imaginario y al ratillo me pondrá el mollete con la pringá que sobró en un plato y un puñado de papas fritas onduladas Hacendado sabor jamón pero que no las echará bien, sino que muy metida en su papel se le caerán algunas sobre la barra que será el poyo de la cocina dándole la máxima credibilidad a la obra. Yo entonces viendo tanta bulla y tanto amasijo de gente allí pidiendo como locos me iré a las escalinatas a sentarme, que será a mi ojo patio, que está alicatado de azulejos moriscos y me sentaré sobre el borde de la pilita del grifo, entre el cubo con la fregona, la bombona de repuesto y la cestita y los juguetillos de la perra. ¿Quién dice que no estaré como en el (ojo) Patio de San Eloy?

domingo, 8 de marzo de 2020

Lorca

Ay voz secreta del amor oscuro
¡ay balido sin lanas! ¡ay herida!
¡ay aguja de hiel, camelia hundida!
¡ay corriente sin mar, ciudad sin muro!
 
¡Ay noche inmensa de perfil seguro,
montaña celestial de angustia erguida!
¡ay perro en corazón, voz perseguida!
¡silencio sin confín, lirio maduro!
 
Huye de mí, caliente voz de hielo,
no me quieras perder en la maleza
donde sin fruto gimen carne y cielo.
 
Deja el duro marfil de mi cabeza,
apiádate de mí, ¡rompe mi duelo!
¡que soy amor, que soy naturaleza!


domingo, 1 de marzo de 2020

Practicaré esta noche
el viejo oficio de alfarero,
con tierra de palabras
y el agua del deseo.

En curva parecida
desde tu pie al cabello
elevaré mi barro.

Tendrá materia el sueño,
y marzo algún sentido.

  Allá por las últimas alturas respirables le dijo el zángano último a la abejita reina: -Frótate una de tus últimas patitas por entre la úl...