viernes, 20 de marzo de 2020

ESTE CASO ES VERÍDICO, COMO DIRÍA PACO GANDÍA

Ayer comimos cocido en mi casa, olla como decimos por aquí. Sobró pringá. Hoy le he propuesto a mi mujer que cuando vaya a por el pan compre un mollete y que a la hora del almuerzo me espere con camisa blanca y mucha escandalera de platos y vasos y dando carreras pacá y pallá por la cocina. Cuando yo llegue a mi casa haré como el que entra a un bar, a uno en concreto, muy sevillano y muy céntrico, fundado por dar un dato el mismo año en que nací. Entonces yo entraré, muy animoso, le pediré a mi mujer una cerveza después de que me pregunte en su trajín qué desea el caballero ¿Y de comer, alguna cosita? Y yo haré como el que piensa, como el que duda ante tanta oferta, y después de unos segundos puramente teatreros diré, ponme un montaíto de pringá, ella pegará un vosejón a un cocinero imaginario y al ratillo me pondrá el mollete con la pringá que sobró en un plato y un puñado de papas fritas onduladas Hacendado sabor jamón pero que no las echará bien, sino que muy metida en su papel se le caerán algunas sobre la barra que será el poyo de la cocina dándole la máxima credibilidad a la obra. Yo entonces viendo tanta bulla y tanto amasijo de gente allí pidiendo como locos me iré a las escalinatas a sentarme, que será a mi ojo patio, que está alicatado de azulejos moriscos y me sentaré sobre el borde de la pilita del grifo, entre el cubo con la fregona, la bombona de repuesto y la cestita y los juguetillos de la perra. ¿Quién dice que no estaré como en el (ojo) Patio de San Eloy?

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