sábado, 22 de diciembre de 2018

UN INSTANTE EN LA LUZ

Si mi palabra es reflejo
de mi pensamiento,
su encarnación he de
hacerla efímera.
Así después de haber
bailado un instante en la luz,
antes que el viento y su
costumbre oxide,
sepultarla en la sombra
nuevamente debo.
Muere o duerme
palabra mía,
pero vive en esa tu quietud,
pues como las hojas de otoño
o el río en el mar,
también en ella eres viaje,
etérnamente cíclica,
etérnamente digna,
como lo es mi pensamiento.

martes, 4 de diciembre de 2018

PORQUE UNO A VECES

Consciente soy,
desde esta abierta ventana
al pueblo (apenas se
vislumbran ahora
las siluetas de los tejados del fondo
entre la débil palidez de las farolas
frente a las altas,
majestuosas, brillantes estrellas) de que
en cientos, miles de lugares
de la Tierra,
en este preciso instante, el tiempo está precipitándose lenta y solitariamente
sin ojos que lo contemplen
-igual que hojas marchitas
de calendarios
sobre las losas frías y polvorientas de una mansión deshabitada- sobre las frías losas
del olvido.

Porque uno a veces tiene consciencia
de las cosas,
se detiene (inútilmente, ya lo sé) y escribe:
"te vi hace un momento. Toda poesía se empequeñece ante ti. No hay teorema que calcule el azimut entre tu nariz y esa luna en Sagitario. Mueve otra vez así tus pestañas y mudarás la trayectoria de ese meteorito", porque (repito) uno a veces tiene consciencia
de las cosas
puede sentirse angustiado,
y maldice la vacua ociosidad de las tardes de domingo,
y se miente a sí mismo,
y sueña
con futuras alegrías que endulcen
los días de otra semana que comienza
a partir de ya,
y trata de olvidarse de todo,
incluso del tiempo precipitándose lenta,
solitariamente
sobre aislados lugares
ajenos por completo a unos ojos
que contemplan ociosos
tejados en penumbra
o una boca que andará bostezando
frente a un programa culinario.

domingo, 2 de diciembre de 2018

DICHO LO CUAL

Saciado de tus besos,
compréndeme,
me siento cual político que
ansiaba su poder,
que ayer gritaba,
infundía su fé, adoctrinaba.
Y hoy que lo alcanza calla y se vacia.

Mas no es mi caso.
Ni patrias ni banderas me quitaron
nunca el sueño.
No hay razón
que me abrigue
más que tu abrazo,
ni más color defiendo
que tus labios,
ni más poder pretendo
que estar junto a tu lado.

Dicho lo cual, lleno de ti,
soy como tierra preñada
que paciente espera y calla
lo que abril dirá por mí.

domingo, 25 de noviembre de 2018

EL ANIMAL Y LA FLOR

Yo era indefenso animal
viviendo en la tierra yerma,
ávido de agua y su corriente.

Atrofiado, nostálgico infeliz,
cierto día me prendí
de una belleza.
Yo náyade la creí
que entre ondas se movía,
y no era más que una flor
que un viento suave mecía.

De pronto me volví pez,
loco pez enamorado,
sin agua, sin corriente, sin
náyade, pero distinto corazón,
de mi anhelo buscador
empecinado. Y fue otra mi
sangre y otros mis ojos.
Y todo tuvo al instante
distinta razón de ser.

Contemplé las mariposas
por el aire y por el monte
al lince, me llené del aroma
de la retama en flor, perseguí
durante el día el rastro de la
lombriz y en la noche el del
murciélago, coroné todas las
cumbres, descendí cada vertiente,
caminé y caminé sin descanso
arrastrando mis aletas por
todos los caminos, por todas
las veredas, por todos los
barrancos. En la delgada
curva de una interrogante
colgué mi hamaca, sobre
su punto descansé mis
membranosos pies. En la
lumbre que otorga cada
atardecer auguraba hidratados
futuros para mis mustias
escamas.

Porque la tierra es seca,
reseca la piel y la sangre,
martiriza al entusiasmo.
¡Si acaso esta lluvia urdiese
algún plan prometedor!

Se abrieron las nubes y de
mis suspiros surgió un arcoiris:
puente de colores bajo el cual
volaron mis deseos cielo arriba
hacia ignotos firmamentos
donde cuentan los chamanes
se administran los sueños y los
destinos.

Soles y lunas y más soles
y más lunas surcaban sin
cesar mi sideral espacio.
Otoños y otras lluvias apenas
inquietaban aquel inhóspito
páramo, donde me hice amigo
de un escarabajo, aprendí a
prender fuego golpeando
pedernal, tejí zurrones de esparto,
y a una escala aproximada,
sobre un monte entre llanos,
con guijarros tracé el mapa
de cada punto de luz
que observaba en todo cielo
estrellado, guijarros que
deslizaba desde un punto
hacia otro lado
en cada estación del año.

Estaba Géminis con Urano
bailando el vals de los
desesperados la noche que
escuché cierto murmullo
extraño. Entre arbustos,
bajo una zarza incendiada,
algo así como un ángel vi,
sin alas, mas con aleta, tal
que yo, hermosa como abril
o la miel de las abejas.     
-Yo soy la que flor fui,
me dijo con voz muy clara,
que en náyade me convertí
la noche en que Aries con
Tauro danzaba la danza
de los bienaventurados.
Desde entonces busco y
busco un animal que en
mi etapa vegetal de mí
se quedó prendado,
y yo de él. Dicen que se
volvió pez, dicen que loco
y errante busca a su náyade
desconsolado.
-Yo soy tal pez, le respondí
entusiasmado. Y tú mi náyade
al fin. Ven conmigo a este otro
lado. Sujetos a un colibrí
volaremos bien amados
hasta encontrar algún río,
buscaremos las cuevas
que hagan de buena casa,
las algas más blandas
para el lecho tierno,
el mejor remanso
para el beso largo.
Y en las noches de luna
entre su luz filtrada
cantaremos la canción
del animal y la flor
que se amaban bajo el agua.

domingo, 18 de noviembre de 2018

Igual que esta mañana tuve que ponerme a escribir para calmar mi angustia por haber perdido mi cartera, ahora otra vez escribo para calmar mi angustia porque te echo de menos. He intentado un soneto hace un momento, una cosa sobre las palomitas de maíz (tratando de hacer una comparación con mis poemas), que son baratísimas para la felicidad que te dan una tarde como ésta por ejemplo, tarde de domingo donde la esperanza estuvo todo el día escondida detrás de la lluvia y ahora que escampa, lo está detrás de la noche. Sé que vendrás, es decir, la esperanza está aquí aunque el agua y la oscuridad y el domingo se empeñen en ocultarla. El soneto tuve que dejarlo porque me vi espeso. Pijama y malagana riman, pero en asonante. Cuando me di cuenta de eso decidí dejarlo aparcado y olvidarlo porque aunque sé que mis sonetos no pasarán a la historia de la literatura universal me niego a hacer uno con rima asonante. Así que me puse a leer, a leer y a tomarme una cerveza con un platito de avellanas. No sé por qué pero me puse a pensar en tu cara de perfil, alumbrada por los cohetes de Santa Ana. Eso ha podido con todo y ahora me siento fluir y ya no me acuerdo ni del soneto mal encaminado ni del tedio de las tardes de domingo.
A ti una vez en tu cartera te quedaban diez euros. Yo perdí hoy la cartera en la que me quedaban también diez euros.

Bueno, en verdad un poco más me queda
en una caja de cartón, que es más bonita
por fuera que por dentro. Está pintada a cuadros, divididos por finas y distintas paralelas de color, y cada cuadro también es de un color distinto, aunque todos sus colores son suaves. Al verla me recuerda a esos manteles donde las familias comen reunidas y deben ser felices.

Ahora me pregunto qué es eso de ser familia de alguien. Imagino que se trata de tener entre ambos cierto vínculo de sangre. Pero, tú y yo que venimos (supuestamente) de distintas sangres: ¿por qué tu sangre me resulta tan familiar?

Con la cartera, aparte de los diez euros y alguna calderilla he perdido también mi carnet de conducir y mi DNI, así que ahora mismo me siento un poco ente ficticio que no puede llevar su coche. Ni soy ciudadano ni puedo conducir, que es casi lo mismo que no existir en estos tiempos tan modernos (mi corrector ahora al escribir la eme me sugirió mierdas); también mi tarjeta de crédito, que tampoco sé si es de crédito o débito. El caso es que quien la encuentre me parece que le va a servir de poco porque lo más seguro es que una vez que la injerte en el cajero éste no se la devolverá debido al alto valor que está adquiriendo en los grandes mercados financieros mundiales el material con el que están fabricadas estas tarjetas.

También he perdido varias estampas religiosas que llevaban conmigo muchos años, y un sobrecillo vacío de azúcar, de esos que llevan escrito una frase filosófica que ahora mismo no recuerdo cómo decía por culpa de esta crisis mía existencial debida a la pérdida de mi cartera.
Cuando voy por la tercera hilera de ladrillos, me detengo un momento. Observo la obra. ¿Qué estoy haciendo? Todos perfectamente aplomados, derechitos como una vela, bien nivelados... ¿Es éste el camino? De aquí a nada creo que no oleré a nada. No sé si darle una buena patada a este parapeto que sin convencimiento voy edificando, alzando, donde rebotará mi voz, y acabaré gilipolladamente imbécil, mudo y sordo.
Encapsulado dentro de la cápsula, cada vez más
hacia mi centro, voy gritando
libertad elevada a -1.
Si acaso, de estar encerrado,
quiero estarlo en tus ojos, en tus manos,
en tus labios donde manan palabras
que bebo de buen gusto porque las
necesito, porque
de carne y hueso
al fin y al cabo soy,
mi buena samaritana.

miércoles, 14 de noviembre de 2018

DONDE TU CORAZÓN HABITA

Para quererte no hay que subir, nadar a tal orilla. 
Tú me subes, 
rescatas sola y siempre 
desde cualquier estrato de mis residuos subterráneos, 
perdidos oceanos hacia tus pies o playa 
que beso, náufrago
que al fin arena pisa y firme, 
y se yergue sobre sí,
y contempla el escenario, sí, su mundo imaginado 
en tantas noches de vaivén y desvarío, perdida toda fé, toda ilusión,
ante él, cierto como el frío o el hambre.
Lo primero que sanas es mi corazón, 
cascarón de nave donde arden 
tanto sueño derrotado, 
anhelos de alegría y de gloria que a remolinos destrozó la vida. 
Ahí directas cual experta cirujana tus palabras primeras clavas, 
y vuelve mi sangre a fluir y cierta luz 
a modo de actriz secundaria
comienza a tomar protagonismo,
y a su paso
iluminándolo va todo: antigua luminaria y pródiga 
que a su casa o venas vuelve.
Y se me reactivan miembros, vellos, dientes, epidermis; 
ojos viejos que desde la nada 
nuevos vuelven a mirar 
el todo en su comienzo (el descubrir 
es cosa asidua, terca la sorpresa): 
plenitud de verdes 
en las palmeras 
hacia la orilla erguidas, broncos azules de cielo y mar, 
dulce sonoridad de aves 
cruzando altas más allá de las nubes
que hipersensible aprecio,
tal esa levedad en mis articulaciones, 
colisión de huesos 
sobre almohadillas de algodón que a ritmo pausado, 
mas no torpes, luego de años atrofiados 
a su mover ilusionados tornan, 
y cruzan la playa y se adentran
en la oscuridad... que no es bosque 
ni selva, 
sino tu pecho, 
donde tu corazón habita,
y con el mío, 
en uno y sólo, 
ambos se funden.

domingo, 11 de noviembre de 2018

TODO ESTÁ EN TI

Esencia de mi tierra
hecha mujer.
De espiga y de olivar en fruto
hay un mecer bajo tus cejas;
de ajonjolí, de almendra y de canela,
de tomillo y mejorana
reflejos muestra tu cadera.
A manantial, de ermita antigua
a la campana,
a dulce conventual y algarabía de feria
tu voz me suena.
Todo está en ti, mujer, mi tierra.

jueves, 8 de noviembre de 2018

MIENTRAS LAS SOMBRAS CRECEN

No me inquieta esta luna
por anunciar la noche.
Ni que el reloj encante
irguiendo en sus agujas

la agónica serpiente
que pone fin al día.
Soles nacen a solas
mientras la sombras crecen.

Un firmamento cruza
el valle de tus iris.
Tus sílabas silentes

alumbran la espesura.
Herida en mis pupilas,
la noche gime.

DE BUEN SOÑAR

Si el pasar el día fuera
cocinar un plato,
un ingrediente imprescindible
debe ser unas hojitas
de buen
soñar.

Yo notaría en mi paladar
un regusto a almíbar
y cereza;
a muérdago, a té verde,
en mi nariz.

miércoles, 7 de noviembre de 2018

LA NOCHE SE HA RENDIDO

Palpita entre tu boca un alumbrar de estrellas,
un nacarado espectro de blancos incendiados
fulminantes de rayos, un vendaval de luces
abriéndose en lo oscuro caminando despacio.

Caminando despacio vibrando en lo futuro,
por cosechar su siembra de besos y de abrazos.
Aniquilada en brillos la noche se ha rendido,
presa de tu sonrisa, prisionera en tus labios.

lunes, 5 de noviembre de 2018

A LOS HIJOS DE LA LUZ Y DE LA SOMBRA

Y de repente se abrió el cielo
y algo así como una luz cayó precipitada
y algo así como una voz pronunció un sonido atronador tal vez fueron palabras, no se sabe.

Y de pronto el campo yermo se llenó de espigas los peces saltaron solos del mar a los cestos de los pescadores el zoquete se volvió sabio el chafardero fenómeno sastre el gañán virtuoso violinista.

Oh bendito cielo gracias por tu orden por tu luz que has llenado este mundo de golpe de inigualables artistas elevaste lo mediocre el cantamañaneo a lo más alto y has hundido en el fango de una vez y por todas al iluminado al perseguidor al poeta único e irrepetible hijo de la luz y de la sombra.

Amén.

AFÁN DE TU CINTURA

Como al llover tardío
la tierra encinta aguarda
en triste páramo,
como al pecho al nacer
hambriento leche clama
el niño avaro,
como al tutor bien firme
al fuerte viento implora
el débil tallo,

afán de tu cintura
tienen mis manos.

martes, 30 de octubre de 2018

LA TÚ DE ENTONCES

¿Y si un día jugáramos
a desenamorarnos?
Inventa que no me conoces,
que tú eres de nuevo la tú de entonces,
tan tu perfume ignoto para mí,
tan ajena a mis delirios, tan promesa
de aquello que serías luego,
es decir, ahora, tan mi mitad,
tan mi tú, tan mi oxígeno.
Qué dolor de aire malgastado en
aquel tiempo,
yo tan necesitado.
En qué empeños soñaría mientras
dormías tu sien,
la mía con esos labios de nubes
que me han volado sobre lejanas tierras,
vastos prados,
altas cumbres
de las que nunca se vuelve.
Fresca en tu ayer, entregada al culto
de tu no existirme, ya eras simiente programada
para mi corazón dolido, profano en mil
materias, ávido de brotes y esquejes
que en tus manos hoy germinan
donde obtengo
cierta pócima que apacigua
mis naufragios,
que dilata con placeres mis insomnios,
que endulza mi visión
de este agrio mundo.
No, no te devuelvas a tu ayer,
no juguemos a eso.
Sé siempre mejor este presente mío,
y tuyo, de los dos, y de la noche cálida y completa,
y del día bien empleado que se prolonga más allá
del crepúsculo.
Quizás tú no lo sepas todavía,
pero he encontrado un rumbo,
está en las sendas azuladas de tus venas,
donde por fin camino, respiro el aire,
y hollo la tierra después de tanta lluvia.

sábado, 27 de octubre de 2018

HAY LUGARES

Hay lugares (con muy mala fama por cierto) a los que
no es necesario avanzar
para llegar a ellos.

Como acérrimos guardianes de un gran
misterio, permanecen impertérritos
esperando nuestra llegada (segura, inevitable, dolorosa, quién sabe también si necesaria).

¿Cuándo?

Tan sólo ellos lo saben.

AL VERTE

El verte aunque sea un segundo me llena. Estoy aquí meditando sobre ello. En el mirarnos hay un entendimiento entre nosotros que no se entiende, se siente. No es lenguaje de palabras, es otra cosa. Uno deja de sentirse humano, individuo que actúa basado en el raciocinio, para convertirse en planta o animal. Uno no cae en ese instante en lo absurdo de andar buscándole la lógica, se siente un calor, una verdad, pero con alas y escurridiza que no se deja someter ni encarcelar para escribirla sobre un papel, es libre porque viene de lo libre, no precisa de la palabra. Ahora sí puedo hablar sobre ella, pero eso no es crearla, la medito, la investigo, la escribo, pero no dejo de ser con eso un mero periodista o un investigador. Ella, esa verdad o luz o calor es por sí misma, nacida de no se sabe qué, invisible, pero existente. A esa verdad no le importa lo más mínimo que se la entienda o no ni de dónde viene ni a qué. Es. Esa verdad es. Yo sé de ella hoy por ti, se siente uno feliz en tus ojos, lleno, sin dudas, despegado de cualquier problema, seguro. No hay más.

YA SÉ QUE PUEDO

Ya sé que puedo morirme tranquilo, el mundo que soñé he comprobado que existe. Lo corroboran mis labios y mis manos, también algún que otro apéndice, como la nariz, por ejemplo, o mis orejas, que también son otro de los ejemplos. Mis ojos se lo tienen muy creído: se piensan todopoderosos frente al resto de mis sentidos, y bien sé que eso no es cierto: ellos no saben a qué sabe tu saliva ni a qué huele tu cuello, ni lo suaves que son tus párpados ni del murmullo de tu respiración. Eso sí, si ellos te ven, el resto de mis sentidos se ponen en amorosa alerta. Démosle el privilegio de ser los supremos vigías de mi dicha, ésa que tú encarnas a la perfección.

jueves, 25 de octubre de 2018

ALGO ME DICE

Bajo tu pelo, o bosque sobre la montaña mágica hay una caverna escondida, una gruta donde se concentran todos mis mejores momentos, aquellos que viví mucho antes de conocerte. En ella me adentro y puedo ver por ejemplo el mar desde ahí, entre los riscos lunares de El Torcal; huelo a pinsapo regado por la lluvia cerca del Torrecilla y el río Majaceite baja frío y con ligero brío por Benamahoma. Entre altas cumbres nevadas veo cómo nace el Genil; hay aroma de tahona en las calles recién amanecidas de Güejar-sierra y bajo las aguas de un embalse hay sepultado un pueblo: si el embalse desaguan despunta un campanario. En el hayedo meriendo pan y tocino más arriba de la ermita de El padre Eterno; bebo agua milagrosa en Pampaneira y un vino cobrizo y turbio. Piso la tierra, es mullida, cálida, siento que pertenezco a ella. Me adentro aún más. Bajo corriendo la empinada calle por un balón una vez, dos, diez veces, y vuelvo a subir y sigo metiendo goles sin cansancio. Más adentro. Estoy trepando por la pared de piedra hacia el cerro donde imagino batallas, asedios, torreones encantados. Más todavia. Unos brazos fuertes me sujetan cuando comienzo a pedalear, luego me sueltan y no me caigo. Más aún. Recién conozco el olor de la mejorana; quizás no sepa escribir ni leer todavía. Veo una luz amarilla y una escalera larga y estrecha en una bodega triste, mis primos pasean por los patios sobre una Orbea mastodóntica, yo les disparo con mi pistola imaginaria. Más aún. Veo un chupete que mojan en azúcar y meten en mi boca. Y ya no puedo adentrarme más, ya no veo más hondo. Todo eso y mucho más que ahora vuelvo a ver con claridad está escondido dentro de ti, bajo tu pelo. Sé que resulta extraño, pero algo me dice que lo comprendes.

miércoles, 24 de octubre de 2018

TUS PÁRPADOS NO

Vivir en tus ojos,
como se vive el mar
en una caracola,
es traspasar
yo no sé qué frontera
de luces, de entendimiento.

Existir en tus pestañas,
como se existe el aroma
de la cortada flor,
es prolongar mi ser
prendido en yo no sé qué viento.

Divisar en tus pupilas
otro mundo, otra visión,
tan parecido en sus formas
al mío,
pero tan tuyo en colores,
yo no sé por qué auroras
de mayo
cabalga mi sentimiento.

Pero tus párpados no,
ésos nunca los cierres.
Qué dolor de arrayanes
entre las sombras muriendo,
qué estertor de atardeceres,
de amarguras qué fragor,
como una tarde de entierro
en invierno,
como el final de un triste cuento.

lunes, 22 de octubre de 2018

PASTOR ERRANTE

Vive en mí un presente,
una incansable factoría de momentos
todos encaminados
hacia la sala
de los buenos recuerdos.
Me transforma las calles,
detiene la lluvia, el frío,
hace del lunes domingo.
Me arropa con embozos
bien alineados
aniquilando mi alienación.
Ríe en mis suburbios apenados
y su sonido es como una escala de sintonías
a la que amarro mi afonía,
y en breve canto,
y en breve contoneo alma y cuerpo
y soy tallo y espiga
mecida en su viento.
Destella, mi presente destella vida.
Nunca es de noche
ni en el valle ni en las cumbres
de sus palabras.
Yo, pastor errante,
en las trochas de paisaje bravo
de sus faldas, en los prados,
en el brillo de luna de sus ojos,
en el suave tacto
de su piel de nube
quiero instalar mi choza,
en el tierno pasto
de sus manos,
en su voz de arroyo claro.

domingo, 21 de octubre de 2018

DE CORAZÓN Y DE TIEMPO

Percibo la invitación
del prestamista, ha visto botín.
Es de corazón y de tiempo,
pero yo no quiero sonar
en esta noche
a materia desollada.
Porque la música es buena; este
aire aromatiza mejor el tabaco.
Porque pesa, un papel en blanco
pesa
cuando está colmado el embalse
y las ascuas
de la tuya aún titilan en mi piel.
Porque los caminos siguen siendo
caminos en la noche
aunque los cubra
de sombra,
aunque los pies estén quietos.
Fluya la sangre entonces,
pero calle,
aguarde el pájaro la luz,
y olvide el ruido que perturba.

viernes, 19 de octubre de 2018

Por una vez que la vida
                                     
                     (La verdad verdadera
dónde está,
esta capa de estratos
que piso dónde acaba,
dónde termina
lo que hay más allá
de donde alcanzan
mis ojos,
cuál es el límite.
Aceptemos este sueño
tal cual, que
             
          (-Te quiero como a la rama,
             asido el menudo pájaro,
             del vendaval azotada.)

todos los sueños sean uno,
démosle suelo
donde caminar,
paredes que nos resguarden
del frío,
fundemos un hogar,

               (-Pasan pájaros noctámbulos
                  entre una niebla confusa,
                  negra de sombras, errada.)

voten algún partido,
adquiramos mascotas,
discutan un equipo,
vayamos a la moda,
lloremos películas,
canciones,

             (-Como simiente en lo oscuro,
                entre terruños y estiércoles,
                germino por ti, mi amada.)
                 
leamos un libro,
recen si quieren,
pero soñemos,
soñemos mucho,
antes de que amanezca
y sea ya tarde para despertar.)

                             te invita a bailar
no es cuestión de pensarse el comprar zapatos nuevos.

jueves, 18 de octubre de 2018

A VECES EN LA VIDA

A veces en la vida asoma la vida.
No hay manual, entierra tus
poesías, que no hay canto más
hermoso que vuestras propias
palabras. Explora, descubre, brilla
y vibra en el relámpago del beso.
Aniquila aquel saber prescrito.
Sé nuevo, es decir tú, quien fuiste y
niño, natural como en la nieve el brillo.
Olvida la oscuridad que te rodea
porque en el centro hierve un diamante.
Escribe ahora tal la experiencia,
relátala como prórroga del jadeo,
de seguido y necesario oxígeno.
No temas, la belleza es por sí
misma. Mas no hagas nunca para
otros consigna de tu relato. Que
en el papel tu palabra no ilumine
ni siembre, sea en él como el aire
en la montaña o dos seres que se
aman ciertamente.

sábado, 13 de octubre de 2018

TAMBIÉN CON MIS DERECHOS

En las tundras de mi soledad, terca
y extraña, llovía sobre mí en la ciudad sin miedo el agua de los viejos cuencos.
Todo era alegre y lejano con denuedo
cerca mío, y era un parque verde y soleado, y olía a café y había despilfarro de risas y rechinar de columpios, o tímidos murmullos tal vez de amor o secretos, preocupaciones varias venteadas a la tarde sin viento. Busqué la callejuela amarga y su sombra. Encontré el vacío, su silencio. Apenas cuatro pasos me faltaban para el llanto. Preciosa la vida detrás de la pantalla. En mi bolsillo una llave, tabaco, mechero, algún dinero. Y un puente o puerta con aldaba inerte desde la mañana. Un bar que recién abren, punto perfecto de desencuentro. Me siento. El sol ya declinaba, la sangre se licuaba. Coches que pasan. Una mujer me mira impropiamente con tu mismo cabello. Y suena la aldaba sujetando el suicidio de la primera lágrima. Tus palabras como abrazos previniendo autopsias. Y un sol languideciendo renació en mi boca. Y de pronto fui transeúnte también con mis derechos.

lunes, 8 de octubre de 2018

Cómo decirte

Cómo decirte
que ya no escribo poesía,
que yo soy el poema.

Que me sobra el pan
y el aire
porque vivo
de tus besos,
lo que me falta.

Tengo virtud de viento
y vuelo si te pienso.

Pero no soy nada
en esta terca distancia.

Silencio,
noche cerrada.
Y estás lejos.
Y el mar brama.

jueves, 4 de octubre de 2018

ESTOY DE MUY MAL

Dicen que toda línea curva
es imperfecta,
que ampliada no es más
que una sucesión de rectas.
Dicen que el tiempo no tiene
esquinas; que si una estrella de mar
pierde un brazo
éste vuelve a nacerle,
y del brazo (huérfano de corazón matriz)
nace otra estrella.
Dicen que es infinito
ese cielo nocturno que ahora miro,
plagado de remotísimas galaxias, brillantes luces que apenas desde aquí alumbran para escribir un verso.
Se dicen muchas cosas, pero esta
noche estoy de muy mal
Santo Tomás.
En tus pechos quiero
comprobar beso a beso
dónde comienza y acaba
cada recta,
y detener en cada unión
los minutos, y despegarme de ti
un momento
para ver cómo te vuelvo a nacer,
cómo (mi corazón matriz)
en mí renaces,
y que el límite del cielo
está en el de tu boca,
punto de luz más que suficiente
para escribirte a pulso
y sin errar
cada sueño generado
en cada una de las mil y una noches
nacidas
de cada noche contigo.

miércoles, 3 de octubre de 2018

LIBRADOS DE SU NORIA

Qué pasaría si
andando el camino
nos salvamos.

Muerto para siempre lo sufrido,
ardida para siempre en el olvido
toda aquella glicerina,
siempre explotable
en cada anochecida, en cada
estación
del insomnio,
en cada rincón de la confianza herida,
de la esperanza renqueante,
del pusilánime curso de la sangre
cada vez
que pintaban vastos
filos agresivos
en cada callejón sin salida
de cada sueño...

Qué pasaría...

Turbados y torpes ante
la nueva luz
de un sol
sin flechas que nos hieran
por costumbre
las alacenas del alma
caminaremos
(la libertad no era más que el sueño, lo codiciado, lo utópicamente perfecto)
como burros que no saben
andar recto
una vez librados de su noria.

jueves, 27 de septiembre de 2018

LA CRUDA LÍNEA

Otra vez el papel me brinda
su cuerpo que hoy
no sé si quiero.

He mirado más allá
y siento miedo,
mucho miedo.

Pero ese miedo da vida.
Surge del misterio.
Es hijo del azar,
¿vendrás, no vendrás?

No sé del fin ni del camino.
Veo la cruda línea
que separa lo que es
de lo que pretende serlo.

Pero aguardo,
tengo esperanza.

Mientras,
paseo, observo,
cazo cosas, imágenes,
sonidos que guardo
en el zurrón del alma.

El mundo es un gran árbol
cargado de frutos.
Cada noche recolecto algunos.
De unos me alimento;
otros los coloco
a mi lado,
junto a esta piedra
donde estoy sentado,
igual que cada noche,
esperando tu llegada.

miércoles, 19 de septiembre de 2018

NI ESA NUBE QUE PASA

Nada es aquí firme, ni este suelo que
piso y sobre él me yergo,
ni ese cielo que miro
ni esa nube que pasa.
Si golpeo con mi martillo suena un vacío;
si silbo, lo mismo.
Pájaros lejanos pían desde un lugar que no es vigilia ni sueño.
El viento ahueca a su paso aún más
las cavernas del silencio entre las ramas pardas de la higuera.
En cambio, si te recuerdo, todo vuelve a su ser. Deseas, dictas, ejecutas desde mí, y, cual génesis primero,
en luz y aromas y canto bello el mundo
se renace.



martes, 28 de agosto de 2018

ESTOY EN UNA EDAD

Estoy en una edad
donde comienzan a caer
lentamente
las hojas de los árboles.

Las hojas comienzan a caer
como a desmoronarse
comenzaron los viejos castillos
y en el barro
del camino quedaron impresas
sólo las huellas
de ilusorios peregrinos.

Un pétalo de jazmín
ya es una joya para mí,
cada mañana aprecio
más al sol
mientras sigue girando el tiovivo
y el otoño aflora
detrás de esta noche cualquiera.

viernes, 24 de agosto de 2018

LA CHICA DIAMANTE

Porque todo es válido
y valioso en torno a ti,
hago acopio de los átomos
postreros que revuelan
tras tus pasos y me informan.

Has cruzado calles, plazas,
parques; has bebido
en la fuente; solapadamente
tu rostro en el cristal
de un escaparate has mirado,
amplitud de la obra,
el cuadro que crece
más allá del cristalino
rectángulo, se tridimensiona,
toma olores, vientos,
sabe y suena,
salta del lienzo vívido
y colorido,
mas estéril,
al cálido temblor
de tu carne y de tu pelo.
Tú en tus ojos, allí:
si te mueves, te mueves;
si sonríes, brillas;
si te enmiendas el peinado,
se te irisa el cabello,
y eres el arcoiris
y eres la luz
y eres la tarde preciada,
último bastión
de vida y antesala
de la noche fría que aguarda,
y como un retazo de estío
puebla vespertino
un martes de este otoño,
y la acera es marítima,
y algas colgantes
desde los balcones
bosquejan caléndulas
y clavellinas,
y una ambulancia es un vapor,
el vaporcito,
y huele a pescado frito
y hay bahías y bujeos
y retamas salpicadas
de granitos de mostaza,
y hay una playa y un galopar
de caballos, y hay un cometa
temprano surcando
el índigo cielo,
y cometas en la arena
prendidas a niños jugando
a amar,
y hay dos manos que se estrechan
y unos labios que unidos
hablaron el mayor
de los lenguajes,
mientras el sol agoniza
entre estertores de valses,
jugo de sandía,
y confitura de melocotón.

miércoles, 22 de agosto de 2018

MIRA

Yo no sé si el aire
que respiro,

turbio de turba
y suspiros,

es este aire de aquí,
o el que tú,

envuelta en brumas
de tul,

estarás respirando
por mí.

lunes, 20 de agosto de 2018

QUIÉREME ASÍ, QUIÉREME SIEMPRE

Por ti sé, y ahora, que la vida
es vivirla.

Saca tus tenazas y guadañas,
desclávame total del madero gris
de mi falaz existencia,

siégame a ras de tierra, no quiero
más raíz si no es hincarme
en el fondo del firme solar
de tus quereres.

Por ti sé, y ahora, que la muerte es
el único final
de los que amando,
viven porque se viven.

Víveme mientras.



sábado, 11 de agosto de 2018

ECOS DE BESO Y CANELA

Un estertor de luz
titila en el confín
de tu presencia
-hurgan mis dedos tu pelo
en las gardenias.

Tras el umbral de ti,
fragante alisio y labial,
vastos son
los claustros que aprisionan
mi nostalgia.

Tañe el levante
bajo una luna menor
ecos de beso y canela,
mi latir toca a completas,
mientras trazan vuelos
en la sombra
verdes luciérnagas.

domingo, 5 de agosto de 2018

LA FLECHA AZUL

Somos borde, orilla, margen.
Somos del sauce lágrima aguda, líquido
estante donde posar su caricia.

Somos ejido, remanso,
acuática brisa, sueño de enlaces
de un alto
anhelo entre labios distantes,
semillitas de diente de león
prófugas en el aire,
su terco afán que besos codicia.

Somos cirros que se arraciman al devenir
de la tarde,
vergel de adelfas, juncal y eneas.
Somos almíbar, perlas de anís,
copa de vino de pasas
que bebes sin prisa.

Y si una onda de agua te alcanza
el talón,
del martín pescador
fui su zambullida.

sábado, 4 de agosto de 2018

Y ERAN VERANOS

He llegado a ti
y no sé por qué me siento
afán aún
trepando por mi vieja escala solitaria.

Lejanas rebeldías quizás
por oler de noche a dama.
Y eran veranos, supe hoy.

Tú ya eres lo bonito que yo ansiaba.
Tú mi llegar, mi fin, mi selva jazmín.

Si digo abra
tú completas el cadabra. Si polisón,
nardos tus dientes braman. Si testuz,
tú, búfala risa, de agosto galopas por pradera
en llamas.

¿Lo ves? En ti, trémula,
estertores vocea mi vieja ansia.

Es la inercia.
Mas nuevos confines
intergalácticos
con tu
amarme traspaso.
Ascua avivada.

miércoles, 25 de julio de 2018

LUEGO DESCANSO

En tu campo magnético
yo me conforto y conformo.

Ion de ti, orbito lujurioso
y traspasado.

Copulo en tu fragancia
de eléctrica virtud.

Y de ser hombre
luego descanso.

martes, 24 de julio de 2018

NOCTURNO DE LA HERIDA

Tus ganas y tu cordura
me mandan barcas de vela.

Mis ganas y mi locura
demandan luengas galeras.

Entre los dos rige el mar,
las estrellas y la reja.

domingo, 22 de julio de 2018

TÚ TE ME DAS

Tú te me das en el casi,
que yo completo.
Tú te me das en el beso,
el abrazo, la risa,
y yo los prolongo en nubes
sobre altas torres
de vértigos y espasmos.
Tinta mi tinta amaneceres
con tu boca, la que vi
y besé, real
como garza
sobre orilla de río
en alba brillante.
Bosqueja mi mano
confines de galaxias,
áridos promontorios
en lejanos desiertos,
erizos del altiplano;
fértiles valles entre
escarpadas
montañas donde gravita
el corzo
y el cerezo; monasterio
y espadaña eres
y viejo nido de cigüeña
abandonado;
arroyuelo
irisado; sabor a pan
y temblor de maizal
al suave viento
que agosta mi caricia.
Tú te me das en
palabras,
en dulces luces,
en gestos,
o redimes con el tuyo
mis silencios.
Tú te me das,
y eres límite borroso
sobre cambiante duna.
Dislocas mapas, brújulas,
calendarios,
y eres olor de Ceilán
si canela tu piel recuerdo,
claroscuros de Caravaggio,
rehiletes
de colores abrumando
al arcoiris
si pandean tus pestañas.

miércoles, 18 de julio de 2018

Tu palabra encarna
al aire.
Cuerpo dale;
labio y beso
y risa.
En los silencios y quietudes que me arañan
como fieras,
en fieras soledades
que abrasan como fuegos,
en este estar sin mí
por no tenerte presente,
la vida sabe amarga
y no amanece,
pues todo es noche.

miércoles, 11 de julio de 2018

Como cometa que pasa
una vez cada mil
ansias de ti,
así aguardaré en cada calle,
en cada plaza,
en cada alero
de mi tiempo
-desolado balcón en sombra-
el brillo de tu estela redentora.

Aún me sabe mi boca
a tu boca,
pero tú ya vuelas
por el mundo.

Perdidos sueñan tu pelo
mis dedos por el aire,
pero tú ya vuelas
por el mundo.

Perdidos mis ojos
buscan a los tuyos,
que vuelven a volar
por el mundo.

lunes, 9 de julio de 2018

La tarde huele a promesa

A oscuras recorro las horas
de tu ausencia que
derrocha el día.
Brillos, soles, luz fingida.

A oscuras me abro paso
al tiempo
que tus labios
brindarán palabras baldías
sobre un aire remoto a mis oídos,
náufragos en la honda sima
de la tarde
que rasga en mi retina.

Pero la tarde es aurora para el
alma, luciérnaga dormida
en las frondas del tedio y la desidia.

La tarde huele a promesa y es rocío,
a fanal, a canto, a té verde, a dicha.

La tarde sabe a aureola
mientras el mundo es bajel
bogando a la deriva de las sombras.

Te me avecinas.
Grillos te anuncian.

domingo, 1 de julio de 2018

Hace días que todo cuanto leo
(bosteza el libro debajo de mis codos)
está detrás de mi ventana.

Mis ojos, como dos faros marinos
a los que se les han bloqueado
los rodamientos
que facultan sus giros,
permanecen fijos
hacia un
indeterminado
punto del paisaje.

A oscuras, luego,
en la cama
yo les pregunto
qué ven,
qué leen,
qué les pasa.

Y se cierran,
ignorándome,
y se callan.

miércoles, 13 de junio de 2018

Te recuerdo cuando todo era tan alto:
la farola, la ventana, la aldaba de la
puerta.

También era alta la vida, altísima.

Los dos vivíamos rodeados
de futuro
y el tiempo era para nosotros como
un animal exótico no incluido en el libro de ciencias naturales.

En clase nos asaltaban las dudas,
y no eran todas de la incumbencia del maestro.
Yo entonces te miraba y descubría también otro tipo de pieles y plumajes,
y otras formas distintas de respiración.

Sé que un día os fuisteis y jamás he vuelto a verte.

Aquel extraño animal se ha zampado muchos libros
y desde aquí se ve todo muy pequeño.

Cabe que ahora no me recuerdes.

Te llamabas Aurora.

miércoles, 30 de mayo de 2018

Ellas, las ideas

Y estarán ahí, a saber dónde, fieles y puntuales
como cada tarde, igual que nubes preñadas de agua
ansiosas por parir hacia la tierra.

Pero hoy la tierra está cubierta no sé por qué paraguas. No quiere lluvia. No quiere sol. No quiere germinar nada.

Sólo quiere que llegue la noche, cerrar los ojos, descansar por unas horas del duro oficio de ser tierra.

Mas ella no descansa nunca. Hay quien escucha el crujir de los tallos creciendo en la madrugada, mínimas explosiones de flores al abrirse, el mortal golpe apagado de un ave pequeña al caer del nido.

Y qué decir del incesante beso del río en sus labios de la orilla, el incansable escarbar del topo o el hozar del jabalí, la risa macabra de una hiena asesina extremeciendo hasta las raíces en ella hincadas en vísperas del alba.

No. Ella nunca descansa.

No es de extrañar que a veces
en noches estrelladas
se queda mirando hacia la Luna, callada, pensativa, como diciendo: tú sí que estás tranquila.

Qué pensará entonces la Luna desde
allá arriba.

viernes, 25 de mayo de 2018

Os lo aseguro: están ahí, escondidas, a veces bajo el polvo negro de un negro pensamiento; otras veces un remolino de desesperanza es quien las oculta. También un exceso de júbilo les hace retroceder asustadas a su concha igual que las caracolas.

Y pasas sobre ellas, y no ves nada, nada sientes, como cuando cruzas por un lugar que antes fue camposanto o campo de batalla; o mísera casita ya extinta donde se besaba el mendrugo de pan duro con la almohada de paja, áspera y cálida.

Son tantas, y tan diversas. Tan antiguas unas, otras tan nuevas. Las hay malsonantes, dulces, lastimeras. También las hay falsas, tremendamente falsas. O están, pero a medio hacer, como el espermatozoide y el óvulo; como una carta por escribir a los reyes magos; como el beso anhelado de un amor que no te corresponde...

Os lo aseguro, repito: siempre están. Abre tus ojos y tu corazón. Obsérvalas; escúchalas. Son las palabras, las que cuentan historias, las que enseñan, son la almohada, un paño para las lágrimas, un armario de sueños, para mí mi amigo más íntimo, y en ellas me desdoblo, sueño que alcanzo, y lo alcanzo, sueño que vuelo y vuelo, caigo y sueño que vuelo, lloro y sueño besarte, duermo y estoy bailando, hace un calor insoportable en mi desierto donde de pronto han crecido palmeras que dan sombra, no tengo un duro y me quedan dos cigarros, sueño con volcanes que echan humo...

Todo está ahí, cada tarde, esperándome, en mi papel en blanco.

Y en el tuyo también.

jueves, 24 de mayo de 2018

Como lobo en acecho en ocasiones escucho su inquietante jadeo
detrás de mí, siempre guardando la misma
distancia, persiguiéndome oculto entre la niebla que invade
mi espalda.

Yo me autoengaño y pienso en soles y estrellas, en océanos y barcos, en amores, en músicas, en cometas, en musarañas. A veces consigo así no sentir escalofríos.

Pero yo sé que sigue ahí. Siempre está ahí. Basta con bajar un poco el volumen de la música, obviar el canto de los pájaros y del mar y del viento. Cerrar los ojos. Estar atento.

No es preciso girarme a comprobarlo.
Sigue ahí.
Esto es un diálogo íntimo y vegetal
entre ese árbol y yo.
Aléjense -lo más lejos posible-
curiosos lenguaraces
que no saben entender el idioma de los árboles.
Mi trabajo me costó entenderlo.
No soy ningún lumbreras.

La primera regla, la más difícil,
para poder dialogar con ellos es estar en silencio,
pero no un silencio cualquiera,
con estruendosas inhalaciones y exhalaciones de aire al respirar, o el golpeteo atronador del corazón
como tam-tam africano
latiendo sin ton ni son.

Más silencioso aún,
todo lo que puedas
y debas estar callado.

La segunda regla es la quietud.
Quietud de mármol, quietud de momia,
quietud de pirámide egipcia,
quietud de aire enamorado tras un beso,
ser la viva quietud de la misma muerte.
Y si la pose te cansa, que sea el viento y sólo él quien te mueva.

La tercera es aprender a desechar colores.
Esta regla me gusta mucho. Porque con ella de paso aprendes verdaderamente el significado de varias palabras: necesidad, avaricia, importancia, opulencia, justicia...
Han de bastarte un par de tonos de marrón, ótro de verdes, un naranja, un amarillo, dos o tres rojos... Los azules son para el cielo y el mar, para las banderas de las playas, y para ojos escandinavos; del blanco al negro pasando por todos los grises son para las nubes y la noche.
Los demás se reparten justamente entre el resto de cosas que pueblan las tierras y las galaxias, salvo un rosa, que es para tus labios.

Con estas tres reglas básicas podrás comenzar a entenderte con los árboles.
Con estas tres reglas podrás sentir lo que es depender de la tierra.
Y de ti.
Y de la lluvia.
Y de mí. Y del sol.
Y de los dos.
Y de todo.
Y de todos.

Con estas tres reglas, si no eres muy torpe, podrás entender que para dialogar de tú a tú con los árboles
sobran las palabras.


Si el otro día hablaba de anacronismos, anacrónico resulta ya también escuchar esta canción y que me siga gustando. Canción basada en un famoso poema de Antonio Machado, adaptada a los nuevos tiempos. Los malo es que esos nuevos tiempos ya no son ésos, sino aquéllos. Porque hoy ya no hay sólo dos cadenas televisivas de las que deba guardarse el españolito, ahora hay infinidad, con lo cual al telespañolito le han vuelto loco y con tan escaso bolsillo a ver de dónde saca tanto parné con que alimentar tanto mastín que guarde tanta puerta, tanta ventana, tanto agujero por donde se cuelan los diabólicos duendecillos charlatanes que le siguen sorbiendo el tarro, antes con milagrosos crucifijos redentores, ahora con milagrosas pócimas antiedad pero en el fondo y en la esencia para seguir sacándole los cuartos.

Pero todo esto que he escrito en realidad me importa un pito. Yo venía hoy aquí un poco como de otra manera, un poquito Paco Umbral. Para hablar de otra cosa. Lo malo es que esa cosa es cosa de valientes, y yo tengo de valiente tanto como de terrateniente. Soy tonto elevado a la enésima potencia menos uno. Y en ese uno ya no soy tan tonto. Y me digo: Jesulín, ten cuidadín. Los lebreles te acorralan, huye, salta, lánzate al río, sumérgete en él, despístales tu pista. Sé más barroco, retuerce el asunto, encúbrelo, ornaméntalo con premeditación, alevosía, y cierta inocente mala leche.

Así que mañana no os extrañe leer por estos lares un retorcido poema infumable en el que aparezcan inquietantes versos pero que en el fondo intenten suscitar en quien los lea un profundo afán de conocimiento por saber qué hay detrás de determinadas sonrisas provenientes de alguien con quien nunca has cruzado jamás una sola palabra, pero te sigue sonriendo cada vez que os cruzáis.

Veo que también tengo de valiente como de terrateniente como de barroco. ¡Visca el Betis fútbol club de Barcelona!

En las ciudades proliferan los anacronismos. Hay quien no acepta las lecturas de su espejo. ¡Rompe tu espejo!, se dirá un heavy que vi ayer. Chupa de cuero, chinchetas plateadas, camiseta negra, gafas oscuras, botas de media caña, gastado pantalón vaquero... una calva que te cagas, más arrugas que un higo y  restos arqueológicos colgando a orillas de la calva que en tiempos fueron melena al viento sobre su Harley (que era una Yamaha Special por lo común.)

Más adelante, veo asomar por una bocacalle a una altura entre el metro y medio y los dos metros algo así como un cuerno, de pelo, negro, brilloso, muy brilloso. El cuerno avanzaba en su salida de la bocacalle. Ya mediría medio metro. Y continuaba. Al rato apareció la persona o unicornio que lo portaba en su frente. Era un rocabilly. Éstos sí que están en grave peligro de extinción. Pero sus vacileos al andar no se extinguen. El bamboleo de sus hombros, siempre alternados con ligeros quiebros de cadera. Cazadora vaquera, cuellos erguidos, Ray-ban negras, cigarrillo rubio americano en los labios, que no se toca salvo sólo dos veces: al sacarlo del paquete, y al lanzar, lejos, su colilla. Expectante estaba por verle el trasero. No, no es eso que piensas. Sólo quería ver el peine asomando en el bolsillo. Y en efecto, allí asomaba. Éste es auténtico, me dije. Irá a coger o vendrá de aparcar su buga. En tiempos, los bugas de los rocabillys rurales de por aquí o eran un pandita o un cuatro latas, nada que ver con los cochazos de 6 ó 7 metros de eslora que salían en las películas americanas. Alguno llevaba un R5, con lo cual era expulsado del reino rocabillesco inmediatamente convirtiéndose en un paria en el reino de los pijos.

Éstos sí que no cambian. Polo Lacoste o camisa Ralph-Lauren, Levi's 501, jersey anudado al pecho colgado en sus hombros, y pulcros zapatitos castellanos. Añádase perfiladas patillas de hacha si el especimen es andaluz. Y mirándoles bien ha de vérsele en alguna parte un detalle rojigualda: una pulserita, el llavero, banderita con ave negra en la correa del reloj... No, ciertamente no debería haberlos incluido en esta relación. Éstos no se desfasan.

Pero bueno, todo está bien, muy pintoresco y tal. Algún suspirillo eché al verles. Discoteca No sé, Estepa. Finales de los ochenta, principios de los noventa. En altas horas de la madrugada. Cantando con mi coleguita por Duncan Dhu en algún lugar de una gran país olvidaron construir un hogar donde no queme el sol y al nacer no haya que morir.
En tiempos me enamoraba a cada instante de cada muchacha que pasaba en bicicleta por cualquier calle tuya. Entonces también me sabían superiores las porciones de tarta vegetal en tu patio de San Eloy. Entonces era sublime aquel amarillo encubridor de la luz de tus farolas, lo salado de tus altramuces, y no tuvo nunca jamás mejor punto el mojo picón de tus churrascos, oh sí, ahora al recordarte estoy en ti, aquel yo en aquella Sevilla, y no cuando pisaba tus calles, hace unas horas.
Por último algunas cosillas más sobre mi viaje de hoy a Sevilla.

Camino de vuelta encontré abierta la iglesia de la Magdalena. Enorme, más vistosa que esmerada en su interior. Hago mención de ella por un papel escrito a máquina sobre la reja de la capilla de San Antonio. Ampliando la imagen puede leerse no sin cierta dificultad. Más de lo mismo de mi primera entrada de hoy.

Añado la grata sorpresa que me he llevado al pasar por calle Sierpes y descubrir que han reabierto la gigantesca librería instalada en el antiguo teatro. Le han cambiado el nombre. Hablé con uno de sus empleados y me dijo que reabrieron hace seis meses. Casi todos son los antiguos trabajadores de la librería anterior. A primer golpe de vista creo que hoy hay menos volúmenes expuestos. Pregunté por uno: Sonetos de la Zubia, de Antonio Gala; está descatalogado, me dijeron. Estuve por comprar una antología de Luis Alberto de Cuenca, demasiado caro para mi bolsillo. Tengo ganas de que pasen al menos dos meses. Tengo ganas de que acabe este maldito mayo. Con los ánimos tan bajos hoy no vengo con buen sabor de Sevilla. Casi no tendría que haber ido. Me pondré a leer Onofre Rojano. Lo necesito.
En una ocasión ya escribí algo sobre cierta dificultad mía a la hora de separar literatura y realidad en determinadas ocasiones. De tan reales a veces, me cuesta creer ciertas verdades, que mi mente, de tan crudas, casi se niega a aceptar.

El Callejón de la Inquisición no es un decorado de cartonpiedra: hoy lo he visto con mis propios ojos. Es una calle como cualquier otra, en el sentido literal que todos entendemos por calle: pavimentada,  entre paredes encaladas, estrecha, recta, escalonada, con un arco de ladrillo en el lado del río Guadalquivir y otro arco con cancela hacia la calle Castilla la cual cierran de noche.

No sé si habré estado un minuto como mucho observando esa calle. Pero en ese minuto infinidad de visiones me surcaban la mente; visiones terribles.

Por el Callejón de la Inquisición los reos eran conducidos al Castillo de San Jorge, hoy desaparecido. En su lugar hoy se halla el mercado de abastos de Triana.

Esta noche al dormirme seguramente me asaltarán de nuevo esas visiones.

¿Hemos de dar por muerto hoy en día al Santo Oficio?, ¿o sigue vivo aún, reconvertido, transformado, adaptado pero mimetizado en la sociedad actual? ¿Te has sentido tú alguna vez inquisidor/a? ¿Me he sentido yo? Inquisitorialmente atacado sí me he sentido alguna vez.

viernes, 18 de mayo de 2018

No es tiempo de andar
poniendo faltas ni sobras
a cada atardecer.

No es tiempo de esperar
un récord en vistosidad y colorido
en cada ocaso
ni que el viejo sol
nos deleite con una pirueta mortal
con doble tirabuzón invertido
al tiempo que nos recita
los quinientos y ocho versos
que componen
la fábula de Píramo y Tisbe
antes de esconderse, como cada día,
un poco más allá de Aguadulce,
provincia de Sevilla.
(Un amigo mío de Chile
dice que el sol allí
se pone un poco más allá de
Las Torres del Paine.
Será otro sol.
El mío se pone por Aguadulce.)

Este sol de hoy
que hace ya rato que se fue a dormir
es el mismo sol que se escondió
y por el mismo lugar
el día que yo nací.
Y que cuando nació mi padre.
Y que cuando el suyo, mi abuelo.
Y vete a saber para atrás
hasta cuándo.

Dejémonos de exigencias.
Nuestra vida es un suspiro
y el sol debe de andar aburrido
de tontos caprichos.

lunes, 14 de mayo de 2018

Tarareando Gamoneda que tararea Nazim

Tengo doctor desde hace días una bella
canción sonando en mi cabeza.
Llevo doctor hoy todo el día buscando
en las páginas amarillas un exorcista o
un doctor que me saque esa bella canción
de la cabeza.
No conlleva un trasfondo el tema doctor o eso creo.
Simplemente que es demasiado bella esa canción, demasiado arte pesa en mi cabeza.
Pero si me dejara doctor solamente con la insoportable opacidad del silencio o con el horrendo estupor diario de las palabras necias déjelo doctor
yo quiero seguir con esta canción en mi cabeza.

A veces pierdo el norte:
no sé quién soy, qué soy:
si el invocador,
si lo invocado.
Justo ahora soy varias cosas:
soy este aire agradabilísimo que cuela por la ventana, yo mi propio bálsamo;
soy también mañana, lunes, y su andar hacia mí sigiloso, yo mi propia presa, yo mi mismo tiempo.
Y sobre todo,
justamente ahora
-escucho lejano el motor de una motocicleta; algún vecino manejaba un taladro hace un instante; arriba suena un secador de pelo-
soy la serena quietud
de un cuerpo abandonado por la duda.

Más tarde ya no sé.

domingo, 13 de mayo de 2018

Ya huele el campo al perfume de la siega.
Primera y verde siega, la de los henos,
la de la avena, la alfalfa, y algún que otro trigo malaventurado.

Por mi proximidad al campo, participo involuntariamente en la fiesta. Siendo sincero me siento aparte del espectáculo. Ni tengo campo, ni ya tengo animales a los que alimentar con heno. Y continuando con la sinceridad tampoco los echo de menos. Pero siempre es atrayente ese perfume, engatusa. En verdad es el perfume de la muerte, pero uno es tan bucólico que se deja arrastrar por el olor y casi me vuelvo vaca, yegua o cabra (mejor lo expreso en femenino que tener que escribir toro, caballo, o...) abriéndoseme de par en par los portones del apetito junto con cierto poético entusiasmo.

Vigilo cada día las distintas etapas de la siega; ya digo que mi proximidad al campo y mi paso diario por su lado así me lo permiten.

El primer aviso es el del sonido del tractor. Todo lo escucho desde mi taller, donde aunque nunca deja de sonar Radio Clásica, siempre la mantengo a un volumen discreto. Es algo parecido a cuando llegan las golondrinas que anidan en mi taller después de pasar su africano invierno. Me asomo y veo al tractor segando. Una enorme guadaña va cortando a rape los tallos granados de avena de la finca aneja a mi taller. Me gusta asomarme, más que por la visión, por el olor tan penetrante del corte de los tallos; cosas así de sencillas que no están en venta en los supermercados: o te asomas y lo hueles o se perderá en el aire hasta el próximo año.

Los tallos cortados los dejan varios días de oreo tal cual quedan tumbados en la tierra tras la siega. Pasados esos días al tractor le han cambiado la enorme guadaña motorizada por una especie de ruedas como de recios alambres que van volteando las mieses a fin de que todas se oreen por igual. Pasan otros cuantos días. Ahora al tractor le han colocado la alpacadora. Esto es muy curioso de ver. La alpacadora es como un cajón mágico, como cinematográfico: entran los forrajes por un lado y salen por otro convertidos en grandes prismas rectangulares fuertemente atados con varias cuerdas, que van cayendo a la tierra. Sinceramente me encantaría ver un día el interior de esa máquina; más me inquieta ese misterio que el del Triángulo de las Bermudas o el de los agujeros negros del espacio.

Las alpacas sí que no las dejan mucho tiempo en la finca; es un visto y no visto el que alguien venga pertrechado de algún vehículo con remolque y en un santiamén, entre varios muchachos u hombres bien organizados y en perfecto equipo lo dejan todo recogido.

Al día siguiente lo más normal es ver sobre el rastrojo una piara de cabras u ovejas apurando los suculentos restos, o un mulo o un caballo amarrado y que amarrado permanecerá, pobre de él, durante buena parte del tórrido verano de estos parajes sin más tejado ni sombra que el mismo cielo.
Sombra de mi cuerpo
que a gusto el sol
sobre la tierra derrama.

Reflejo de mi cuerpo en el espejo
que vuelve a mí,
indiferente a veces,
extraño ótras,
con nostalgia de antigua fotografía.

Negras bóvedas del alma mía:
qué sol os hará sombra
si en sombra siempre estáis;

qué espejo ofrecerá el reflejo
oscuro vuestro

hacia qué luz,
qué día.

Enmarcar los sentimientos
como quien pinta cuadros.
Dónde queda el mal olor.
Qué color será aquél
que plasme
fielmente
la exacta realidad; qué trazo
será capaz de concentrar
el todo.

Simulacros,
torpes remedos,
vanas invenciones
imitando aquel ayer.
La triste hormiga
de Ángel González
yendo y viniendo
sobre la misma rama
del árbol
en la que se ha perdido.

Pero tu recuerdo
no es etéreo, aún palpita
en mis viejos libros,
complicados,
que tú
sin saberlo
estando en mí
me explicabas
y yo fácil comprendía,
los vivía,
como escritos para mí,
gracias a ti,
antorcha en mi caverna,
de la que niego a salirme
ya sin ti.
En mi cabeza u olla de grillos
a veces hay palabras que se juntan
como enamoradamente
produciendo un sonido dulce
y un olor como a hierbabuena.
Es entonces cuando los grillos callan
y se sientan en corro.
Es breve el espectáculo; hay que estar bien atento.
Suenan frases como:
olas llenando huecos de acantilados, recientemente;
a descubrir mis ojos perdidos en la nieve, hace mucho más tiempo;
te beberé el cabello y cerraré los ojos. Tú seguirás manando tu cabello turbio de besos, que no es mío.
Mas todo es fugaz como estrella de Bagdad, o eterno, dependiendo de la atención que se le preste.
Aunque lo más normal es que los grillos tras el mínimo espectáculo vuelvan a sus típicos quehaceres y se alborotan y de nuevo se ponen a gritar y a demandar su tomate.
Con plan preconcebido,
insurgente de mi propio yo,
a hurtadillas de mi mismo orden establecido y
amparado entre ciertas sombras y neblinas
escapo reiteradamente cada noche entre mis huesos
buscando un poco de aire puro,
alguna luz, una música de ensueño con que paliar las duras leyes de mi propio presidio.

Mas no pido derrocarme;
ni siquiera un mínimo cambio político.

¿Ser libre a cambio
de la incomparable pureza de este aire, de esta luz, de este sonido?

Callad.
Ya me lo dijo mi madre cuando niño:
Hijo mío,
no hay quien te entienda,
¡joío!

sábado, 12 de mayo de 2018

Entre el mundo y yo siempre habrá una frontera irreductible.
Lo sé cada vez que vuelvo a mí
desde la muchedumbre.
Ser, entre los demás, tiene tintes de teatro, de interpretación, de falsa personalidad.
Me siento electrón farsante orbitando elípticamente alrededor de un núcleo que en realidad no me atrae.
Pero ante la soledad de la caverna a veces opto por esa posibilidad, por entrar por esa puerta que se me ofrece y en esos vuelos elípticos me distraigo viendo orbitar a otros electrones, les escucho hablar. Hablan entre ellos con las palabras de su normalidad, una normalidad fácil que no me cuesta trabajo entender. De hecho me crié y me educaron entre ellos.
Pero llega un momento en que me canso, me aburro, y regreso a mí, a ese lugar que hay dentro de la figura que ven los demás electrones y que ninguno conoce como yo mismo.
Ahí descanso de ser electrón. Me vuelvo polilla, obcecada en otro núcleo o luz que desconozco su nombre pero hacia la cual me siento gloriosamente atraído, como aquel espino amarillo debajo de la piedra que la oscuridad privó del verde pero el aire a través de las fisuras de la roca y la tierra y la lluvia le dieron vida, y mis ojos al levantar la piedra.
Contemplé la Piedad de Murillo
y la Asunción de Valdés Leal
hasta que la obra ya estaba en mí.
Pero un deseo innombrable ansiaba
traspasar mis límites:
yo, río, queriendo llegar, penetrar, morir
en otro río o en el mar.

La obra en mis aguas quería inundar
otras aguas.

La obra en mis aguas 
queriendo morir
en otras aguas
para seguir creciendo,
seguir realizándose.

Entonces comprendí
que yo no era su fin,
sino parte de su camino.
Este desconcierto del clima
desconcerta al espíritu. 

Nítido como el recuerdo
de un primer beso,
imperaba el azul del cielo
en las alturas esta mañana,
repoblando con su belleza
de cándido entusiasmo y colorido
los más recónditos antros del alma,
donde,
en días tristes y nublados,
traman sus truculentos trapicheos
el desánimo y sus compinches.

La primera parte de la tarde
siguió en su estela a la mañana:
el sol brillante y el cielo limpio se hicieron hegemónicos en su mandato.
Pensando en los interesantes,
artesanalmente atrayentes,
económicamente simpáticos últimos
encargos
templadas y apacibles
discurrieron las horas;
y mi sangre.

Todo pareció cambiar de pronto
justo cuando un viento (agradable y tibio durante todo el día) comenzó a encabritarse. Lejanos nubarrones (negros corceles, veloces y agresivos como el recuerdo de un desengaño) al son del trueno
conquistaron la sierra en un santiamén.

Y llovió. Martilleaban los goterones
sobre el tejado.
Bandadas de aves
huían hacia el cobijo de nidos y aleros;
fluía el agua por el camino.
Y todo era ruido: el aleteo de los pájaros,
su piar desorientados,
las gotas de lluvia sobre las chapas,
mi perra asustada ladrando...

Curvada maravilla luego
la del arcoiris sobre los olivos
cual emblema o bandera multicolor de paz
sobre la tierra tras la batalla...

El variopinto día toca a su fin.
Leo a Ángel González.
Escucho Chopin.
Por la ventana entra un airecillo
algo frío,
pero agradable.
Todo está bien,
todo está en su justo orden.
Soy feliz.
Escribo.
Estoy vivo.

La memoria de los espejos

ENSERES DOMÉSTICOS EN UNA CUBA

Todo vale nada y nada vale todo. Lo que hoy es materia prima de la satisfacción, de la comodidad, del bienestar, de la felicidad en suma, en un mañana lo será del desprecio, de la inutilidad, del olvido resumiendo.

Yace en la cuba y entre escombros la cama que un día fuera nido procreativo; a su lado el colchón es un mapamundi ajado y con sus lamparones y cierta imaginación puede construirse un universo de planetas y soles, los mismos que en noches de insomnio aparecieran fantasmalmente sobre el techo de la alcoba cuando cierta esperanza repentina retara a muerte (de manera ilusoria en el común de los casos) a la diaria rutina.

Ya no volverá a gemir la mecedora, hoy torcida y apolillada, en el sopor de una noche de estío. Quebrado, el espejo multiplica, distorsiona, agranda o mengua todo lo que hoy en él osa asomarse. Almacén de volátiles fotografías de ese presente continuado que llamamos vida, sólo él se merece un larguísimo poema; la memoria de los espejos, podría ser un buen título.

Mesas, baúles, cuadros, sillas, jarrones, todo aquello que calladamente siempre estuvo ahí (¿realmente somos conscientes del valor real de cada objeto?) hoy comparten una misma muerte. El inquietante tic-tac todo lo puede, con todo acaba. Nuestras muertes no son una y sola muerte. Seamos conscientes de su entrega por capítulos.

Nota.- Este escrito no me ha venido a la mente porque hoy yo haya visto todo esto en realidad. Me han dado más de treinta libros que iban a tirar a la basura. Entre ellos hay una edición del Quijote de 1966. Otro y muy curioso se titula Respuestas; este tipo de libros siempre me han resultado simpatiquísimos. Hojeándolo y ojeándolo vi en él desde cómo arreglar una pieza de porcelana rota hasta cómo ser un buen ahorrador. Muchas novelas, manuales de bricolaje y un atlas que al abrirlo todo está bocabajo, tal como lo digo. Grave error de encuadernación. Yo lo he encontrado gracioso, y he recordado a un viejecete muy entrañable de mi infancia que no sabiendo leer se sentó a la puerta de su casa periódico en mano; alguien que pasaba le dijo: tiene usted el periódico bocabajo, a lo que él contestó: no importa, el que sabe leer lo mismo lee "pabajo" que "parriba".

viernes, 11 de mayo de 2018

QUÉ COSAS

La amiga de la novia
que se casa este sábado
me ha pedido que le escriba
algo bonito para ella leerlo en el estrado.
Madre mía. Qué cosas. Sé que hay una película, creo que ambientada en un país sudamericano,
no sé si basada en una novela
de García Márquez (¿El amor en los tiempos del cólera?, a lo mejor es ótra que nada tiene que ver, así que no me hagan caso).
El caso es que
en ella un escribano
se situa en la plaza del pueblo con su silla, su mesa, su pluma, su tintero y un taco de papeles en blanco
esperando los más
variopintos encargos.
Tendré que buscar cuál es esa película porque cada vez me llegan
detalles más claros.
Un analfabeto
requetenamorado
le pide que escriba versos
al susodicho escribano
con los que conquistar
el corazonzuelo de su pichón endiablado.

Creo que la novia de la película acaba por enamorarse del escribano.
Jajaja... Dios me libre.
Pondré los pies en los claros,
o la pluma mejor dicho
en este caso.

domingo, 6 de mayo de 2018

A SOLAS Y A SECAS

Cuando más te necesito,
caprichosa ola,
te vas,
te alejas mar adentro,
dejándome a solas y a secas sobre la arena cálida,
respirando la fría
humedad de tu ausencia,
temblequeante bajo un áspero cielo,
oscuro y mudo,
plagado de interrogantes sin respuesta,
una vez más.

Es difícil quererte así,
aguantando año tras año tus inesperadas huidas,
siempre inoportunas;
o regresando Dios sabe de dónde
en la alta madrugada,
cuando desarmado de papel y lápiz
he de prenderte torpemente
con el lacio alfiler
que blande mi insomnio.

Así es difícil,
ya digo. 

Tal vez nuestra dependencia no sea recíproca. O acaso sois pocas
en la empresa
y no dais a basto en vuestro mundo oceánico
de aplacar
tanta sed de sentido a la existencia;
tanta hambre de espuma
y de luz
sobre el curvado lomo
de vuestros cuerpos
de viento y agua;
esta necesidad de tu embestida
sobre la dura roca
de ciertos acantilados
del alma que,
en tu ausencia,
se me agigantan
impidiéndome
ver a las gaviotas.
LA HORA AZUL

Calzar mis pies con barro
en cada amanecida;
escalar resbalando a cada hora
los ásperos peldaños del día,
hasta llegar aquí, hora infinita,
-aquella aurora gris es ya una loba
que aúlla lejanísima-
donde el dolor se ablanda,
se amortigua,
casi se olvida,
ya es casi alegre ola,
casi risa.

Al borde de la hora azul
danzan las mariposas
al son de la siempreviva.

Al filo de la hora azul,
ya casi ocaso, acaso ya casi noche,
por los aliviaderos del corazón
luciérnagas fugaces destellean con la brisa.

Y ya eres sueño otra vez,
ya casi polvo,
casi ya viento de nuevo.
Como si polvo en el viento.
Como si ya casi brizna.

sábado, 5 de mayo de 2018

Si me acompañaras en mi galería verías altos árboles frondosos.
Oirías piar pájaros exóticos;
plantas aromáticas flanquean los caminos que suben a la cima
o el que baja a la playa virgen.
Allí los albatros se enamoran de las gaviotas y las palmeras se inclinan sobre las olas ofreciéndoles su fruto.

Siempre hay luz en esa galería.
Es de una antorcha que llaman amor.

Pero si la luz se apaga (desgraciadamente es una luz frágil) entonces verías la realidad de esa galería:
es una caverna
negra,
fría y húmeda.
Como la misma muerte.
En tal estado
nada es feo
nada es defectuoso
el almendro torcido no resta
favorece
verde está el espacio donde hubo un incendio
cantan los pájaros ajenos a los periódicos
y el sol
cálido y luminoso
ahí como si nada

maltrago la verdad de cuando
no tenga sentido no tener sentidos
pero hoy
ahora
todo es azul y bello
huele bien
suena suave, dulce

perfectamente encajado
como olas llenando huecos de acantilados.

martes, 24 de abril de 2018

Inteligencia

Inteligencia:
esfuérzate un poco menos
en darme
el nombre exacto
de las cosas
que veo.

Que tu palabra
no sea tan la cosa misma.

Que por tu engaño
vuelvan mis ojos ilusos
a las cosas.

Que por tu mentira
piadosa
deje de creer
(guerra, invasión, infanticidio)
en tantas cosas.

sábado, 7 de abril de 2018

Aquí, y en esta hora...

Aquí, y en esta hora,
y a cada tarde
lanzas tus redes sobre el mar
de la nada.

De la nada no,
es sobre el mundo, que sigue ahí,
girando sobre sí mismo,
como un carrusel ininterrumpido
en el que también tú vas subido.

Mejor compárote con ese indígena
experto en plantas
buscando adormidera
que succionar a solas
con que pasar a la otra orilla,
donde conduces
carros de fuego entre estrellas
con cabello y cara,
o bajas como intrépido espeleólogo
la sima de tus venas
hasta llegar ahí,
a tu propio corazón
romántico e ilusorio.

Entonces juegas con él
la misma partida de siempre,
y en la que ninguno de los dos,
curiosamente, nunca gana.

Sólo gana la banca,
la del tiempo,
que en alianza con la noche y con la luna
te invita a jugar otra partida.
Pero mañana.

Como semilla caída...

Como semilla caída
del pico de un ave,
sobre mi corazón te has posado.

Tierra fértil para tu sueño de nubes.
Grácil promesa para mi cárcel de lástimas.

Sea el tiempo lluvia fecunda
en instantes imborrables.

viernes, 6 de abril de 2018

En los Tajillos

He estado en los Tajillos,
donde manaba el agua
brillando bajo la luz de la tarde,
cristal vibrante
o líquida estrella derramada.

He estado en los Tajillos,
donde un eco de antiguo
susurraba entre los pinos,
entre los almendros,
los algarrobos,
altas sus copas o minaretes
donde el almuédano viento
parecía convocarme
a no sé qué oración.

He estado en los Tajillos,
donde tuve hace tiempo
un hondo deseo,
como un sueño entre alas
o el perfume de la mejorana
que ahora perdura en mi mano.

He estado en los Tajillos,
donde, perdiéndose en la ladera,
manaba el agua como si tal cosa.

miércoles, 4 de abril de 2018

Dedicatoria

Como quien contempla
majestuosa catedral durante un tiempo,
mucho tiempo,
quizás toda una vida.

Ya atrás quedó
aquel primer deslumbre
de la alta nave,
la ingravidez de las nervaduras
en el sublime espacio,
la plenitud de la luz
por rosetón filtrada o vidriera frágil,
el arbotante esbelto
o brazo de Dios sujetando el embeleso.

Ahora, a cada rato, con cada sol,
tras nueva sombra,
a cada contemplación,
con vario ánimo o edad distinta,
advierte
el fascinante detalle que nunca en ella
antes apreció:
el gesto adusto con ojos sibilinos
de una gárgola al incendiarse un crepúsculo,
un leve signo o geroglífica firma sobre desapercibida losa,
el caracol de hierro en filigrana reja...

Así,
durante un tiempo,
mucho tiempo,
quizás toda mi vida,
contemplo yo tu obra,
-inabarcable espacio
para mi tiempo finito-
Luis Cernuda.

jueves, 15 de marzo de 2018

A vuelapluma

Ten paciencia, amiga mía, que está el campo preñado de promesas.
Y aunque esta lluvia tan justa y necesaria
tu corazón anegue de tristezas,
y el nubarrón por tu cabeza
galope igual que yegua desbocada sempiterna;
aunque el charco te embarre el ala
y te sientas a la angustia como anclada, desposeída de tu brillo, tu fineza,
como un rubí en el fondo de una ciénaga,
y todo se te enturbia, todo es gris:
tu voz, tu alma, tu fiereza...

Amiga mía: detrás de aquel allá,
justo detrás de aquel allí,
escucha,
estate atenta.
¿No sientes algo así
como un clamor de arroyos,
de ruiseñores sobre madreselvas,
de espigas y cigüeñas,
de jazmines y caléndulas,
de colibríes y azucenas?

Yo ya lo presiento.
Viene firme en su galope,
con vendaval relincho
y resplandor de espuela.

Es abril.
Y viene hacia ti.

martes, 13 de marzo de 2018

Décima o espinela

Como observado me siento
por mil ojos descarados,
mil cristalinos perlados
pendulando con el viento.
Hipnótico movimiento
que en mi retina contuve
por esta sangre de nube
en honor a lo añorado,
por lo efímero pasado,
por amor a lo que tuve.

Cuando te miro...

Cuando te miro, por ese espejo,
y veo que me estás mirando,
quiero pensar que tus ojos
son más sabios
que los ojos de ese espejo
que nos mira.

viernes, 23 de febrero de 2018

Esa luz que se me asoma

Esa luz que se me asoma inesperada no sé por qué rendijas
es una luz ingrata
Viene, toda luz y en luz envuelta
de secretos lenguajes que no entiendo
Se queda poco tiempo, no es barca con ancla
Y deja poco de sí
Y ahí radica su maldad
Algo cuando se va me impulsa a construirla con ese leve rastro palpitante, escueto y huidizo, que deja en manos de mis ojos cerrados por no sé qué vértigo
Y es vasta, compleja la labor.

sábado, 27 de enero de 2018

Tan sólo un huerto

Ajenos y libres, en sonora desbandada huyen los gorriones
sobre el alto muro, quebrando con sus alas el silencio del monacal recinto.

Cargados de su fruto, amarillan los limoneros el pardo huerto, y en el medio,
imperioso, de sus hojas desnudo,
emerge la figura de un nogal, cual rey
que descoronan.

El gallinero, la pocilga, los palomares, que en días antiguos diesen a la orden su sustento
en su abandono son ahora almacén de losas viejas, aperos de la huerta, cacharros en desuso.

Huidos los pájaros torna el silencio absoluto. Ni la sierra es aquí visible tras los vastos muros. Mas sí esta tierra que piso, materia primigenia del origen del mundo. Ella ya era aquí antes de todo, ajena y libre, cual los pájaros, a toda fe, dotando hierba y abrigo al animal remoto.

Vuelven mis ojos a detenerse en la pared de piedra, y recuerdo,
cuando niño, en días azules y felices, elucubraba desde afuera cómo era, qué habría. Misterio y magia en las mentes infantiles, que gracias a mi oficio, andando el tiempo, cual pértiga me hiciese saltar el grueso muro.

Buscar quisiera hoy si pudiera aquel niño imaginativo, sacarlo de su duda, y decirle con ternura que tras la alta pared que allí veía, tan sólo un huerto, un huerto había.

miércoles, 17 de enero de 2018

La joven abeja

Vuela y revuela la joven abeja del
tallo marchito por alrededor.

Perdida y confusa, vuelta tras vuelta
en vano en el aire queriendo libar,
abyecta y nerviosa con sediento ademán
busca su lengua el preciado néctar con fogoso afán.

Mas olvida su sed, y en lugar de rendirse insiste tenaz.

Voltea y revolotea como loca la abeja,
y su boca de estopa se topa
una vez y otra más
con el frío vacío que dejó su flor.

Ajados y lacios del suelo unos pétalos
la abejita vio.
Marchita en la tierra ésa era
su flor.
Lamentóse al sol,
a la nubes, a la peste que sube tan fuerte de muerte
de su tierno amor.
Tan lustrosa y fragante, tan tersa su piel,
tan bella y vistosa, tan hermosa ayer.
¡Qué diablos, qué rayos, qué inmunda alimaña sin flor me dejó!

Compungida y herida en el alma,
no entrando en razón
con calma fatal al panal regresó.
¡Qué ocurrió,
qué pasó, quién murió! Desde dentro
al unísono esa voz se escuchó.

La abeja dolida su madre buscó,
la encontró,
y en sus alas cual brazos lloró
ríos de lágrimas
que su madre lamió.

No llores mi niña, no llores mi amor.
Las flores del campo, el potro
y el azor, la arpía serpiente con diente
que vierte su veneno atroz,
la pulga y la espiga, el buey y el león,
la enorme palmera que hiere los vientres
con sus altas ramas del cielo y de Dios
seres vivos son todos. Todos seres vivos son.

La vida es un tiempo con meta final. Y todo ser vivo aunque duela, con mimo
y paciencia lo comprenderá.

Pues dime mamá. Si yo soy ser vivo pues viva me siento cuando echo a volar... ¿También tendré yo mi final?

Como el amor y los astros que en noche estrellada por el cielo van;
como los ríos caudales que inundan los valles con gracia y salero de vistosidad;
como los dioses; como los ángeles;
como arcángeles y querubines y los serafines;  como el sol y la luna que alumbran lucientes las sendas oscuras de tierras y mares donde quiera que vas;
como la brisa de abril
que trota sin prisa y sutil entre los maizales y por el olivar...
Tú no, mi niña. Tú no.
Tú eterna serás.

  Allá por las últimas alturas respirables le dijo el zángano último a la abejita reina: -Frótate una de tus últimas patitas por entre la úl...