A oscuras recorro las horas
de tu ausencia que
derrocha el día.
Brillos, soles, luz fingida.
A oscuras me abro paso
al tiempo
que tus labios
brindarán palabras baldías
sobre un aire remoto a mis oídos,
náufragos en la honda sima
de la tarde
que rasga en mi retina.
Pero la tarde es aurora para el
alma, luciérnaga dormida
en las frondas del tedio y la desidia.
La tarde huele a promesa y es rocío,
a fanal, a canto, a té verde, a dicha.
La tarde sabe a aureola
mientras el mundo es bajel
bogando a la deriva de las sombras.
Te me avecinas.
Grillos te anuncian.
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