miércoles, 27 de febrero de 2019

POLVO DE FLORES

Dando mi imaginaria vuelta al ruedo
en el tendido de sombra advertí una pamela
y cierto mensaje en los ojos me resultó familiar.
Me lanzó flores que se disiparon al caer en el albero.
Algo me dijo que ella procedía del mismo lugar que yo.
No me dolió si hubo duda, sino la barrera que separaba el camino hacia su muerte del de la mía.

lunes, 11 de febrero de 2019

A PIE DE PRESENTE

Escribir sin lucidez,
sin búsqueda,
sin moralinas.
Escribir sin pensar en concreto ni abstracto,
sin ideas,
sin belleza ni artificios.
Escribir sin música ni ritmo,
sin silogismos, sin concatenaciones,
(po po po pó, efecto dominó, y germina
la semilla de la culpabilidad)
sin múltiplos ni submúltiplos,
sin letra tras letra, losa tras losa
calzada que se despliega, senda
hacia tal verdad ¿qué verdad?
Escribir a pie de presente,
sin recuerdos ni proyectos.
Escribir o tenderme en el Mar Muerto,
sin descensos, rutas ni andamiaje.
Escribir en paz con todo,
ni apagando ni encendiendo,
ni entendiendo ni sabiendo
ni sembrando ni con ansia de recolección,
muérase el alma si es preciso
en vuelo sin motor.
Escribir como única constatación de estar vivo,
sin rúbrica de lágrima, sonrisa o pálpito.
Escribir sin visión de crecimiento
o deterioro,
sin arqueologismos
ni lanzaderas espaciales,
desde
la máxima ignorancia
de temperatura o deseo,
desde el cero o el infinito.
Escribir como sobre mí
sobrevuela indiferente
con alto grado de indulgencia
esta tarde de domingo.

martes, 5 de febrero de 2019

CUADERNO DE BITÁCORA

Porque me has sembrado
de brisa
y de oleaje,
de isla y de palmera,
de conchas finas,
de espuma clara.

Ven.
Acércate un poco más.
No temas herirte
si descalza caminas sobre
el coral de mi pecho:
al son de mis suspiros
danzarás entre hipocampos.

Hay una pleamar
propensa al mejor de los naufragios
en mis labios si
(Helios reverbera entre tus dientes)
sonríes como tú sabes.

Así que bésame,
con ardor de luna
o de perseidas,
engrasando engranajes
de astrolabios y sextantes oxidados
en esa costa olvidada
en cualquier mapa,
allí donde perdí todos mis nortes.

Acaríciame, rémame lejos,
despéscame en altura;
préstame cinco cabellos
para trenzarme una balsa
y por vela una pestaña.
Con el viento de un
te quiero
prometo llegar muy hondo,
libre como un albatros,
bajo un cielo sin lágrimas,
mar adentro entre tus brazos.

  Allá por las últimas alturas respirables le dijo el zángano último a la abejita reina: -Frótate una de tus últimas patitas por entre la úl...