jueves, 30 de abril de 2020

DESDE ENTONCES

Tu boca es la caverna donde guardas
cautivados océanos, como la caracola.
Allí nadó mi lengua, y conoció secretos.

Cierta fiebre manando de los fondos marinos,
la glucosa nutriente que levanta a las algas,
el nácar de las perlas como gotas de nata.

Desde entonces mi boca sabe a sal unas veces,
otras es oleaje, otras es playa en calma.
Pero mi boca calla, se contorsiona y calla.

Carcelera de océanos, nadadora de besos,
pescadora de secretos marítimos,
se retuerce y se calla. Como la caracola.

martes, 28 de abril de 2020

Y ASÍ VOY

Mi mundo es de silencio.
Soy hermano del brote del rosal,
del río primitivo y de la sombra.
Cada mañana me despiertan pájaros.
Y el sueño cada noche es una ofrenda
que me obsequia la luna.

Y así voy,
consumiendo mi tiempo lentamente.
De simiente en la tierra
a ser espiga un día es mi deseo.

Pero no extrañaré una tarde cálida
de julio la guadaña.
Y al rulo del molino me rendiré seguro.

No desdeño episodio del libro de mi vida,
pues todo forma parte de un conjunto.

Qué ilusión ser harina yo en la artesa
entre agua y aceite, sales y levaduras.
Ensancharme, crecer, dorarme al horno.
Alcanzarme la gloria que soñando pretendo
ser pan entre tu boca masticado,
morir entre tus dientes,
ahogarme en tu saliva como cristiano mártir
en el circo romano,
y acabarme en tu estómago
como simple alimento,
y terminar allí, de puro enamorado,
en tu cueva de luz desprendida del sol.

lunes, 27 de abril de 2020

AMOR SIN ROBOT

Tú, que has llegado más que nadie
lo más hondo en mí,
compañera de un corto trayecto
dentro de mi submarino.

Quien bien te quiere
no precisa aparatos.

El amor verdadero no se calcula
en cuotas mensuales ni megabytes.

El amor verdadero no precisa
avisos de fecha de ningún robot.

Amor es saber no tener futuro
y no parar de querer.

Amor es abrazar el aire
cuando quieres abrazar
un cuerpo ausente.

No haber un sólo día
sin llanto, es también amor.

Amor es dolerte cada fiesta.
Amor también es necesidad de sentirte amado.

Amor es no tener fecha de caducidad,
ni siquiera la muerte.

Amor es saber que vives porque amas,
has amado y amarás ya para siempre.

Amor es luchar contra ese amor
y ser vencido.

El desvelo, la locura, cada minuto de tu tiempo es minuto compartido, eso es amor.

Porque ya no estás solo en tus profundidades,
porque no eres único, sino doble, completado,
porque muy dentro de ti hay alguien más viajando contigo.
Eso es amor.

domingo, 26 de abril de 2020

COMO CAMA AL CANSADO CUERPO

Porque estás en todas las cosas,
ni siquiera la muerte acabará
con este empeño
de las cosas por hacerte presente.

La flor en mi ventana,
la música envolvente,
la lluvia que consuela,
varios folios siempre en guardia
-como cama al cansado cuerpo-
para ser lecho de versos.

Porque estás en todas las cosas,
en ellas seguiremos tú y yo,
ausentes,
presentes,
siempre.

sábado, 25 de abril de 2020

PELARGONIUM

Un geranio tengo frente a mí, sobre esta mesa en la que escribo, justo ante mi ventana.
Es tan perfecto que parece irreal.
Me dan ganas de hincarle la navaja
y comprobar si sangra.
O ponerme a llorar, por ver si también llora.
Los pétalos de sus flores parecen hechos con tela de seda almidonada.
En su conjunto, es decir entre los tallos con hojas verdes y brillosas, y el puñado de flores de colores rosa y carmesí que coronan la planta, sinuosas como volantes de traje de gitana, me recuerda a los cuadros de Valdés Leal. Hay como un temblor parado en ella, un efecto de ascensión, de impulso a elevarse. Me recuerda también a mí mismo, a mi vida en estos últimos tiempos.

Escribo a intervalos. Unas veces escribo y otras contemplo el geranio. Pienso. Vuelvo a escribir.

En los intervalos de pensar y observar pienso en ti. Y en mí.

Tanto te he amado que me contagié enseñándome a quererme a mí mismo,
justo a tiempo por suerte ahora que no estás como antes.

En ciertas batallas no suenan bombas ni tiros ni hay sangre brotando de cuerpos mutilados. Ciertas bombas son invisibles, y ciertas escopetas. Pero hay explosiones y disparos en los interiores que aunque no se ven, duelen, y dañan, y mutilan, no los cuerpos, sino las almas. Y la sangre quiere salir pero no encuentra puerta. Me siento exactamente como el ruiseñor de Miguel Hernández ahora mismo, cantando encima de los fusiles, y en medio de las batallas.

Esta batalla no sale en los telediarios. Parece como si las cosas para ser reales tuvieran que sonar, moverse, oler, derramar sangre. Mi geranio no suena, no se mueve, su olor es tan tenue que apenas se nota, y no derrama nada, salvo belleza, extrema belleza. Como mi alma.

Lo compré esta mañana en una tienda de piensos. Lo vi y me gustó. Marcos le he puesto de nombre.

Escribo en esta habitación sobre mis cosas. Me siento muy real. Puede que no lo parezca, pero así me siento, tremendamente real. Escucho canciones seductoras que no entiendo sus letras, pero eso no importa. Ciertos lenguajes no necesitan idioma. Y todo está en armonía. Llueve con fuerza, el geranio es impresionante, mis dedos son la puerta para mi sangre que necesita salir, la música es maravillosa. Todo es como un pequeño ecosistema.

Pienso también que hay derrotas que en verdad son triunfos. Porque provocan un estado de lucidez y de emoción difíciles de alcanzar en un existir común. Podría hablarse entonces de la fortuna y gloria del herido, del vencido.

Amarse a uno mismo, de esta forma, es pura necesidad de sobrevivir. Tengo que amarme porque no estás ni estarás. Tengo que amarme porque ya sólo estás en mí. Al quererme te quiero. Al sentirme te siento. Teniéndome te tengo.

miércoles, 22 de abril de 2020

SOLILOQUIOS DE REENCUENTRO

Podré vestir mi cuerpo,
pero para mi alma no quiero ropa.
Ni ropa ni que hable con idiomas extraños.
Ella tiene su idioma para expresarse sola,
habla con el mismo lenguaje de los ríos
y el de las abejas.
Podré y a veces hago camuflar mi cuerpo entre los decorados.
Acostumbro a perderme en otros bosques,
subir hasta tal cima, nadar mares adentro,
donde al final encuentro no más que soledad, silencio y extravío.
Pero en otro lugar queda mi alma,
abajo, en el principio, al pie de las orillas,
transparente y certera como el agua, concreta y definida como la luna llena.
A veces, muchas veces, la tengo en el olvido.
Pero ni el peor viento, ni el tiempo, ni las olas, ni yo mismo en su olvido la erosionan.
Cuando desciendo la cima,
cuando me desenredo de los bosques, cuando vuelvo a pisar
nuevamente la arena,
ahí está ella.
Siempre me espera.
Tan exacta a la de siempre vuelve a alumbrarme clara y sin esquinas.
Va llegando el día de abandonar cimas, bosques y océanos que poco tienen que ver con nosotros. Recuperar mi ser y mi voz, oh fiel compañera. Mirar al sol de nuevo pero desde mis propios ojos para proclamármelo y proclamarlo ante el mundo. Eso es el sol, diré seguro.
De tu mano alma mía quiero gastar el tiempo que nos queda.
Hablaremos con nuestro lenguaje igual al de los ríos y las abejas, entendiéndonos perfecto, musicales y unidos.
Desnudos y transparentes como el agua gastaremos nuestro aire hasta el final del viaje, contemplando la brisa de vals
que hace bailar los olivos, el pan recién hecho, el caldo del cocido, la lluvia y los claveles.
En tu océano profundo
siento que floto
sujeto a una pequeña astilla.

Es mi gran tronco para no ahogarme.
Alrededor todo es niebla y aguas infinitas.

Mi verdad es esa astilla.
Verdad por la que sufro y lucho,
por la que siento de verdad y me siento verdad.
Verdad por la que lloro y respiro realmente
y sólo así comprendo mis lágrimas y el aire.

Amor y fe, y este ansia de salvación
en mitad de la ceguera.

lunes, 13 de abril de 2020

LUEGO MARCHABAN

Venían con la noche
desde lejanos prados,
hacia los frutos rojos
que encandilan las almas.

Su mirada era al frente
o más bien hacia abajo.
Su mirada más bien
era una luz perdida,
una mirada extraña:
era llena de luz,
y una luz apagada.

Venían con la noche,
de la flor del tomillo,
de riberas lejanas,
hacia los frutos rojos
que encandilan las almas,
antes que las estrellas,
de nieve y forasteras,
fulgieran en sus rostros
ajenos desengaños.

Venían con la noche
de los antiguos prados
hacia los frutos rojos.
Bebían y callaban.

Luego marchaban.

Su temple y su mirar los delataba,
su caminar arriero
de quien ya busca nada.

VASTAS NIEBLAS

El silencio humaniza al solitario.
Mas si lo es por desprecio o por olvido,
vastas nieblas de barro se lo tragan.

Ya en la noche,
tan solo es el recuerdo quien le alumbra.

Pero en terreno firme precisa proseguir,
cual semilla cautiva en gravedad perpetua.

Y ruega cese el huracán del pensamiento,
y al alma selvática añoranzas de antaño.

Y tierra virgen do vivir reclama
tal liebre libre, sin norte ni pasado.

PIGMENTOS SOBRE EL BLANCO

Nada más que por la enorme cantidad
de cosas que no sé y quisiera saber,
me gustaría vivir al menos
cincuenta veces cinco
esta vida.
Otras tantas por sitios que admirar.
Las mismas para conocerme un poco más.

A veces detesto el tiempo y su velocidad.
A veces pienso en la muerte y siento miedo.

Ayer me llené de sol. Un día seré sombra.

A veces pienso que soy una pajita en un río.

Mi vida es una línea entrecortada.
Mi tiempo una frecuencia de instantes,
un texto en morse.
Luces y sombras,
pigmentos sobre el blanco.
Tal vez por ello mi memoria
no es más que su reflejo.

A veces sólo pienso en besos y en abrazos.
A veces también pienso en los silencios
de unos ojos que se miran
y unas bocas que no hablan.
A veces pienso en corazones
que se besan y abrazan y se observan diciéndoselo todo sin decirse nada.

A veces también pienso que ya no necesito
vivir cincuenta veces cinco esta vida.

A veces pienso que he tenido mucha suerte,
a pesar de la muerte.

martes, 7 de abril de 2020

LAURA ESTUVO EN LA AZOTEA

Hueles a frío.
Entre lo que sale de ti
y lo que ha caído sobre ti
hay una nube alrededor tuyo
que huele gélida.

Has bajado la escalera,
has cruzado el pasillo,
derramando frío a tu paso.
Lo he sentido saltar los escalones como canicas de hielo desparramadas desde tu pelo.

Vaporosa como un tren por enero
en la estación de Hamburgo
entras a mi habitación mientras
leo un cuento japonés sobre chinos,
inudándola de cierta nostalgia de película antigua.

Dejo el libro y te abrazo. Te abrazo y te digo que hueles a frío. Y mis dedos desenredan en tu pelo finas hebras de escarcha.

Era el último suspiro del invierno que
en ti encontró refugio.

Y vuelves a oler a sol,
al vaporcito de Cádiz,
a cigüeña, a panadería.

Y te vas,
clara y azul como el verano.

Y yo sigo leyendo.

lunes, 6 de abril de 2020

COMO TUS MANOS

A veces leo grandes pensadores
que han creado murallas al amor.
Los grandes pensadores son personas
sabias.

Pero muy cobardes.

Yo no soy valiente ni sabio ni escribiré grandes cosas. No tengo grandes pensamientos.

Mis pensamientos son pequeños como tus manos cuando las recuerdo
y algo así de pequeño no hace daño.

Al contrario,
me hacen alto y fuerte como murallas.
Son ellas quienes me protegen.
Eres tú quien me salva.

viernes, 3 de abril de 2020

AFÁN

Pasó toda su vida con un único afán:
el de encontrarse a sí mismo.

Una vez conseguido
trazó fronteras a su alrededor
y se juró no traspasarlas nunca.

Pero a veces derrapaba en la oscuridad y atravesaba sus alambres de espinos y luego se sentía herido (tremendamente herido) por haber resultado vulgar.

La cabra sigue tirando pal monte, meditaba. Cosa que no admitía.

Entonces pensó que seguía siendo demasiado generoso consigo mismo
y decidió elevar y comprimir aún más sus fronteras.

Sus escritos ya eran rotundos,
cegadores de lúcidos,
cuasi exactos,
rozaban la perfección.

Pero no era suficiente todavía para él,
así que continuó estrechando su propio cerco.
Dejó de utilizar letras y las sustituyó
por pequeños puntos y largos espacios,
como en un código secreto que sólo
él (que ya se creía un dios, o Dios) y los demás dioses o semidioses
serían los únicos capaces
de descifrar y comprender desde sus palcos VIP, por encima de los asientos vulgares del populacho vulgar que les adula, en recíproca alimentación.

Pero todavía creyó que era enorme la libertad que se otorgaba, y no pudiendo comprimir ya más sus fronteras decidió comenzar a amputarse miembros. Primero un pie, después hasta la rodilla, luego un dedo, más tarde el brazo,
la cabeza sin miramientos, hasta dejar sólo su ombligo.

Ya lo tenía conseguido. En lo mínimo estaba lo máximo, se dijo.

Un día se miró al espejo y se llenó de todo
con aquella diminuta redonda,
tan estúpida como hipócrita,
tan mentirosa como solitaria,
pero eso sí, absoluta y perfecta,
Como la nada.

jueves, 2 de abril de 2020

MEJOR ASÍ

Quizás es preferible de esta forma,
dejarlo así, como ausente,
como olvidado, como un recuerdo
borrado en la memoria.

Quizás es lo correcto lo que hicimos,
dejarlo allí colgado sobre un árbol
como un objeto que ya no nos sirve,
y despedirnos de él con cruda alevosía.
Luego marcharnos,
hipócritamente más ligeros al andar,
tú por mi camino,
yo tras tu sombra,
igual que hicimos.

Tú eres consecuente,
yo soy consecuente,
pero la vida es demasiado consecuente
con su aritmética
y a veces debemos calcularnos en la suerte.

Quién sabe.
Tal vez una mañana
de esas en que nos pensamos poco,
seguramente de otoño o primavera,
tú pasando junto al árbol,
yo persiguiendo tu sombra,
nos sorprenda distraídos y nos atraque por la espalda
dejándonos desnudos como un ladrón avaro;
muerto
que de pronto renace
y nos asuste al abrir los ojos
desorientando otra vez nuestros caminos;
caballero medieval
que vuelve del pasado
gritando y reclamándonos con su afilada espada
el reino que fue suyo.

No habrá que luchar, sino rendirnos.
Él se encargará solo
de nuestra reconquista.

Amor lo llaman.

  Allá por las últimas alturas respirables le dijo el zángano último a la abejita reina: -Frótate una de tus últimas patitas por entre la úl...