Vive en mí un presente,
una incansable factoría de momentos
todos encaminados
hacia la sala
de los buenos recuerdos.
Me transforma las calles,
detiene la lluvia, el frío,
hace del lunes domingo.
Me arropa con embozos
bien alineados
aniquilando mi alienación.
Ríe en mis suburbios apenados
y su sonido es como una escala de sintonías
a la que amarro mi afonía,
y en breve canto,
y en breve contoneo alma y cuerpo
y soy tallo y espiga
mecida en su viento.
Destella, mi presente destella vida.
Nunca es de noche
ni en el valle ni en las cumbres
de sus palabras.
Yo, pastor errante,
en las trochas de paisaje bravo
de sus faldas, en los prados,
en el brillo de luna de sus ojos,
en el suave tacto
de su piel de nube
quiero instalar mi choza,
en el tierno pasto
de sus manos,
en su voz de arroyo claro.
lunes, 22 de octubre de 2018
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