A veces en la vida asoma la vida.
No hay manual, entierra tus
poesías, que no hay canto más
hermoso que vuestras propias
palabras. Explora, descubre, brilla
y vibra en el relámpago del beso.
Aniquila aquel saber prescrito.
Sé nuevo, es decir tú, quien fuiste y
niño, natural como en la nieve el brillo.
Olvida la oscuridad que te rodea
porque en el centro hierve un diamante.
Escribe ahora tal la experiencia,
relátala como prórroga del jadeo,
de seguido y necesario oxígeno.
No temas, la belleza es por sí
misma. Mas no hagas nunca para
otros consigna de tu relato. Que
en el papel tu palabra no ilumine
ni siembre, sea en él como el aire
en la montaña o dos seres que se
aman ciertamente.
jueves, 18 de octubre de 2018
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