Qué pasaría si
andando el camino
nos salvamos.
Muerto para siempre lo sufrido,
ardida para siempre en el olvido
toda aquella glicerina,
siempre explotable
en cada anochecida, en cada
estación
del insomnio,
en cada rincón de la confianza herida,
de la esperanza renqueante,
del pusilánime curso de la sangre
cada vez
que pintaban vastos
filos agresivos
en cada callejón sin salida
de cada sueño...
Qué pasaría...
Turbados y torpes ante
la nueva luz
de un sol
sin flechas que nos hieran
por costumbre
las alacenas del alma
caminaremos
(la libertad no era más que el sueño, lo codiciado, lo utópicamente perfecto)
como burros que no saben
andar recto
una vez librados de su noria.
miércoles, 3 de octubre de 2018
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