jueves, 25 de octubre de 2018

ALGO ME DICE

Bajo tu pelo, o bosque sobre la montaña mágica hay una caverna escondida, una gruta donde se concentran todos mis mejores momentos, aquellos que viví mucho antes de conocerte. En ella me adentro y puedo ver por ejemplo el mar desde ahí, entre los riscos lunares de El Torcal; huelo a pinsapo regado por la lluvia cerca del Torrecilla y el río Majaceite baja frío y con ligero brío por Benamahoma. Entre altas cumbres nevadas veo cómo nace el Genil; hay aroma de tahona en las calles recién amanecidas de Güejar-sierra y bajo las aguas de un embalse hay sepultado un pueblo: si el embalse desaguan despunta un campanario. En el hayedo meriendo pan y tocino más arriba de la ermita de El padre Eterno; bebo agua milagrosa en Pampaneira y un vino cobrizo y turbio. Piso la tierra, es mullida, cálida, siento que pertenezco a ella. Me adentro aún más. Bajo corriendo la empinada calle por un balón una vez, dos, diez veces, y vuelvo a subir y sigo metiendo goles sin cansancio. Más adentro. Estoy trepando por la pared de piedra hacia el cerro donde imagino batallas, asedios, torreones encantados. Más todavia. Unos brazos fuertes me sujetan cuando comienzo a pedalear, luego me sueltan y no me caigo. Más aún. Recién conozco el olor de la mejorana; quizás no sepa escribir ni leer todavía. Veo una luz amarilla y una escalera larga y estrecha en una bodega triste, mis primos pasean por los patios sobre una Orbea mastodóntica, yo les disparo con mi pistola imaginaria. Más aún. Veo un chupete que mojan en azúcar y meten en mi boca. Y ya no puedo adentrarme más, ya no veo más hondo. Todo eso y mucho más que ahora vuelvo a ver con claridad está escondido dentro de ti, bajo tu pelo. Sé que resulta extraño, pero algo me dice que lo comprendes.

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