En mi cabeza u olla de grillos
a veces hay palabras que se juntan
como enamoradamente
produciendo un sonido dulce
y un olor como a hierbabuena.
Es entonces cuando los grillos callan
y se sientan en corro.
Es breve el espectáculo; hay que estar bien atento.
Suenan frases como:
olas llenando huecos de acantilados, recientemente;
a descubrir mis ojos perdidos en la nieve, hace mucho más tiempo;
te beberé el cabello y cerraré los ojos. Tú seguirás manando tu cabello turbio de besos, que no es mío.
Mas todo es fugaz como estrella de Bagdad, o eterno, dependiendo de la atención que se le preste.
Aunque lo más normal es que los grillos tras el mínimo espectáculo vuelvan a sus típicos quehaceres y se alborotan y de nuevo se ponen a gritar y a demandar su tomate.
domingo, 13 de mayo de 2018
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