A veces pierdo el norte:
no sé quién soy, qué soy:
si el invocador,
si lo invocado.
Justo ahora soy varias cosas:
soy este aire agradabilísimo que cuela por la ventana, yo mi propio bálsamo;
soy también mañana, lunes, y su andar hacia mí sigiloso, yo mi propia presa, yo mi mismo tiempo.
Y sobre todo,
justamente ahora
-escucho lejano el motor de una motocicleta; algún vecino manejaba un taladro hace un instante; arriba suena un secador de pelo-
soy la serena quietud
de un cuerpo abandonado por la duda.
Más tarde ya no sé.
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