Sombra de mi cuerpo
que a gusto el sol
sobre la tierra derrama.
Reflejo de mi cuerpo en el espejo
que vuelve a mí,
indiferente a veces,
extraño ótras,
con nostalgia de antigua fotografía.
Negras bóvedas del alma mía:
qué sol os hará sombra
si en sombra siempre estáis;
qué espejo ofrecerá el reflejo
oscuro vuestro
hacia qué luz,
qué día.
Enmarcar los sentimientos
como quien pinta cuadros.
Dónde queda el mal olor.
Qué color será aquél
que plasme
fielmente
la exacta realidad; qué trazo
será capaz de concentrar
el todo.
Simulacros,
torpes remedos,
vanas invenciones
imitando aquel ayer.
La triste hormiga
de Ángel González
yendo y viniendo
sobre la misma rama
del árbol
en la que se ha perdido.
Pero tu recuerdo
no es etéreo, aún palpita
en mis viejos libros,
complicados,
que tú
sin saberlo
estando en mí
me explicabas
y yo fácil comprendía,
los vivía,
como escritos para mí,
gracias a ti,
antorcha en mi caverna,
de la que niego a salirme
ya sin ti.
domingo, 13 de mayo de 2018
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