LA HORA AZUL
Calzar mis pies con barro
en cada amanecida;
escalar resbalando a cada hora
los ásperos peldaños del día,
hasta llegar aquí, hora infinita,
-aquella aurora gris es ya una loba
que aúlla lejanísima-
donde el dolor se ablanda,
se amortigua,
casi se olvida,
ya es casi alegre ola,
casi risa.
Al borde de la hora azul
danzan las mariposas
al son de la siempreviva.
Al filo de la hora azul,
ya casi ocaso, acaso ya casi noche,
por los aliviaderos del corazón
luciérnagas fugaces destellean con la brisa.
Y ya eres sueño otra vez,
ya casi polvo,
casi ya viento de nuevo.
Como si polvo en el viento.
Como si ya casi brizna.
domingo, 6 de mayo de 2018
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