domingo, 6 de mayo de 2018

A SOLAS Y A SECAS

Cuando más te necesito,
caprichosa ola,
te vas,
te alejas mar adentro,
dejándome a solas y a secas sobre la arena cálida,
respirando la fría
humedad de tu ausencia,
temblequeante bajo un áspero cielo,
oscuro y mudo,
plagado de interrogantes sin respuesta,
una vez más.

Es difícil quererte así,
aguantando año tras año tus inesperadas huidas,
siempre inoportunas;
o regresando Dios sabe de dónde
en la alta madrugada,
cuando desarmado de papel y lápiz
he de prenderte torpemente
con el lacio alfiler
que blande mi insomnio.

Así es difícil,
ya digo. 

Tal vez nuestra dependencia no sea recíproca. O acaso sois pocas
en la empresa
y no dais a basto en vuestro mundo oceánico
de aplacar
tanta sed de sentido a la existencia;
tanta hambre de espuma
y de luz
sobre el curvado lomo
de vuestros cuerpos
de viento y agua;
esta necesidad de tu embestida
sobre la dura roca
de ciertos acantilados
del alma que,
en tu ausencia,
se me agigantan
impidiéndome
ver a las gaviotas.

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