viernes, 24 de agosto de 2018

LA CHICA DIAMANTE

Porque todo es válido
y valioso en torno a ti,
hago acopio de los átomos
postreros que revuelan
tras tus pasos y me informan.

Has cruzado calles, plazas,
parques; has bebido
en la fuente; solapadamente
tu rostro en el cristal
de un escaparate has mirado,
amplitud de la obra,
el cuadro que crece
más allá del cristalino
rectángulo, se tridimensiona,
toma olores, vientos,
sabe y suena,
salta del lienzo vívido
y colorido,
mas estéril,
al cálido temblor
de tu carne y de tu pelo.
Tú en tus ojos, allí:
si te mueves, te mueves;
si sonríes, brillas;
si te enmiendas el peinado,
se te irisa el cabello,
y eres el arcoiris
y eres la luz
y eres la tarde preciada,
último bastión
de vida y antesala
de la noche fría que aguarda,
y como un retazo de estío
puebla vespertino
un martes de este otoño,
y la acera es marítima,
y algas colgantes
desde los balcones
bosquejan caléndulas
y clavellinas,
y una ambulancia es un vapor,
el vaporcito,
y huele a pescado frito
y hay bahías y bujeos
y retamas salpicadas
de granitos de mostaza,
y hay una playa y un galopar
de caballos, y hay un cometa
temprano surcando
el índigo cielo,
y cometas en la arena
prendidas a niños jugando
a amar,
y hay dos manos que se estrechan
y unos labios que unidos
hablaron el mayor
de los lenguajes,
mientras el sol agoniza
entre estertores de valses,
jugo de sandía,
y confitura de melocotón.

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