He estado en los Tajillos,
donde manaba el agua
brillando bajo la luz de la tarde,
cristal vibrante
o líquida estrella derramada.
He estado en los Tajillos,
donde un eco de antiguo
susurraba entre los pinos,
entre los almendros,
los algarrobos,
altas sus copas o minaretes
donde el almuédano viento
parecía convocarme
a no sé qué oración.
He estado en los Tajillos,
donde tuve hace tiempo
un hondo deseo,
como un sueño entre alas
o el perfume de la mejorana
que ahora perdura en mi mano.
He estado en los Tajillos,
donde, perdiéndose en la ladera,
manaba el agua como si tal cosa.
viernes, 6 de abril de 2018
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