Aquí, y en esta hora,
y a cada tarde
lanzas tus redes sobre el mar
de la nada.
De la nada no,
es sobre el mundo, que sigue ahí,
girando sobre sí mismo,
como un carrusel ininterrumpido
en el que también tú vas subido.
Mejor compárote con ese indígena
experto en plantas
buscando adormidera
que succionar a solas
con que pasar a la otra orilla,
donde conduces
carros de fuego entre estrellas
con cabello y cara,
o bajas como intrépido espeleólogo
la sima de tus venas
hasta llegar ahí,
a tu propio corazón
romántico e ilusorio.
Entonces juegas con él
la misma partida de siempre,
y en la que ninguno de los dos,
curiosamente, nunca gana.
Sólo gana la banca,
la del tiempo,
que en alianza con la noche y con la luna
te invita a jugar otra partida.
Pero mañana.
sábado, 7 de abril de 2018
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