No me inquieta esta luna
por anunciar la noche.
Ni que el reloj encante
irguiendo en sus agujas
la agónica serpiente
que pone fin al día.
Soles nacen a solas
mientras la sombras crecen.
Un firmamento cruza
el valle de tus iris.
Tus sílabas silentes
alumbran la espesura.
Herida en mis pupilas,
la noche gime.
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