Nada es aquí firme, ni este suelo que
piso y sobre él me yergo,
ni ese cielo que miro
ni esa nube que pasa.
Si golpeo con mi martillo suena un vacío;
si silbo, lo mismo.
Pájaros lejanos pían desde un lugar que no es vigilia ni sueño.
El viento ahueca a su paso aún más
las cavernas del silencio entre las ramas pardas de la higuera.
En cambio, si te recuerdo, todo vuelve a su ser. Deseas, dictas, ejecutas desde mí, y, cual génesis primero,
en luz y aromas y canto bello el mundo
se renace.
miércoles, 19 de septiembre de 2018
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