Te me vas.
Te me estás yendo
rebosante de luz a tus espaldas,
cargada de tardes claras,
como un verano lento.
Llueve.
Sobre las sementeras del campo
va cayendo un agua inútil. Y en el reloj
sus agujas semejan
dientes de sable.
El azul de la enfermera tiene cosa de mar
para mis rojos ojos cojos navegantes.
Yo no sé qué me dice ni me importa.
Yo estoy por islas de coral y tortugas centenarias. Tal vez de una palmera caiga
un coco y fecunde en la vecina isla. Tal vez descubra el fuego frotando dos maderas, o quizás cierta música en el trotar del ñu o en el de las gacelas.
El azul de la enfermera está plagado de horizontes que ella desconoce cuando me habla,
mientras yo sólo espero una botella con mensaje
llegando hasta mi playa.
Me dicen mis cercanos que gasto mucho frío últimamente. Será porque es invierno o que ya pocas cosas me calientan. Será que estoy llegan...