viernes, 28 de enero de 2022

 En la cara del agua contemplo mis raíces. 

El agua temblorosa corre, fluye, 

brinca de piedra en piedra, de una orilla a la otra 

-lo que fui, lo que soy, lo que seré,

y lo que no seré- 

con esa inexperiencia -tan experimentada-, 

con la inexactitud con que los sueños disimulan, protegen la verdad. 

Mas mi raíz persiste en reflejos solubles, 

en los cantos rodados de su profundidad, 

en algas arraigadas, en torrentes de tiempo, 

en la sala juiciosa subacuática 

donde Neptuno rey ahuyenta pretencioso 

juventudes, nostalgias, espíritus, fantasmas,

simbólicos presentes, presencias invisibles, esencias naufragadas...

Santas compañas cortejan tras de mi alma.


En corrientes de amor y tempestad,

-maliciosos finales de otro invierno, deliciosas campiñas, la injuriosa actitud de los almendros-

existe -comprobada la rosa y las espinas-

cierta serenidad.

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