En el patio de la casa de la abuela
hay un lebrillo.
Es muy antiguo.
Silencioso y desconchado, apoyado, de pie, sobre unos basamentos metálicos y negros, adorna el patio desde un rincón en sombra.
Parece objeto muerto, pero cuando lo miro
sé que está vivo,
porque me habla.
En su fondo hay un enigma:
es una fina línea en espiral, que va desde los bordes hacia el centro. O tal vez viceversa.
El alma del alfarero que produjo ese lebrillo, y mi alma, se parecen mucho.
Por el lebrillo escucho palabras e intenciones de otros viejos estares en el mundo, bastante parecidos al mío.
sábado, 3 de agosto de 2024
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Me dicen mis cercanos que gasto mucho frío últimamente. Será porque es invierno o que ya pocas cosas me calientan. Será que estoy llegan...
-
Si el poeta se duerme en su palabra, el pueblo al que le canta se empobrece. Si el pueblo se empobrece y adormila, el poeta se agranda, des...
-
Ayer fuiste pirómana, hoy bombera. Si pudiera elegir te haría barrendera. Entreabro las ventanas porque vuelve el calor. Cualquier mínima b...
-
Poeta de cartera. Y no por lo económico, sino por el tamaño. En un bolsillo cabe, en una billetera -por haberlo doblado en tantas parte...
No hay comentarios:
Publicar un comentario