Ya no miro las rosas
por evitarme pleitos
contra el cruel olvido.
Ni señalo en el mapa
con el dedo nostálgico
los lugares comunes
donde el beso y la espina.
Ya no más caravanas
al país de la seda.
Confieso que he sufrido,
que fui caravanero,
que conté de una en una
las estrellas fugaces.
Hoy soy volcán extinto.
El té y el pan de pita
me alivian junto al fuego.
domingo, 5 de mayo de 2024
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