Tractores ruidosos
pasan por la carretera
a su labor diaria.
Pájaros pían, aletean,
emigran en bandada
buscando el arroyuelo y la semilla.
Vuela de nuevo cada abeja a su flor,
hacia su piedra cálida andará la lagartija
donde embriagarse de sol y sortilegio.
Esquilas suenan, esquilas y el torrente de voz del cabrero a su perro, hacia la cabra necia que
hambrienta se adentró en el sembrado ajeno.
El día se derrama
como volcado cántaro lleno de luz.
Maduran lentamente las almendras
y los trigos.
Se colman los pesebres de verdor,
la savia de las plantas huele dulce,
la sangre de las plantas huele a fuente de fe aliñada entre aromas.
Y es fe segura.
Toc toc.
Será el verano, que tras la puerta anuncia nuevas noches serenas
en cónclave de estrellas claras
y de lunas llenas.
Largos son, diría sin fin,
los cabellos trenzados de los sueños.
Polilla nueva seré de nuevo,
polilla huérfana que amor encuentra
en los rayos de luz de la libélula.
No hay comentarios:
Publicar un comentario