domingo, 26 de octubre de 2025

 Mírame, soy provisional. Tú también, y nadie te comprenderá.

Yo no puedo leer esas frases sin la música en la que están inmersas; me es imposible.

El Padrenuestro me lo inculcaron, unos a quienes también se lo inculcaron otros unos. Pero Mi patria en mis zapatos no me la inculcó nadie. Entonces ahí fue cuando se produjo en mí la desunión. O como con la hamburguesa de aquel taxi que leí a los catorce años, envuelta en niebla. Qué bien vi la hamburguesa, cuántas cosas leí sin estar escritas pero por culpa de cómo estaba expresada esa hamburguesa en aquel taxi de Nueva York. Todo mi aprendizaje hasta entonces en la escuela se convirtió de repente en un simulacro de enseñanza; todos los padrenuestros ídem frente a Mi patria en mis zapatos; eso sí que me caló.

Lo de la poesía en mí viene de muy lejos ya. 

La noche está propicia para entrar más adentro en la espesura.

Dónde vas, si a donde tienes que ir es a ti mismo, vuelvo a recordar al maestro Juan Ramón.

Deshacerme en palabras para construirme. Desaparecer para encontrarme. Alcanzar el caos total para lograr el orden máximo. Desandar para avanzar. Apagar toda luz para iluminarme. Cuanto más desnudo más abrigado. Dios inexistente, en Ti sí creo.

Y cuando mis palabras comiencen a asomar cierto grado de superficialidad, cortar el verso sin remisión. No decir nada sin poesía verdadera, como el que sin oxígeno simula respirar.

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