Cuántas cosas
se intercambian en un beso,
al menos en el mío,
y para ti,
avecilla que se posa en tu boca,
sencilla,
rotunda en sus límites,
concreta,
necesitada.
Llena de justa razón.
Incuestionable.
Se es, siendo.
Se vive, viviéndose.
Y me vive.
Y te vive.
Nos vinimos en un mundo
que vive, que tiembla, huele,
gusta,
renace en suma.
La incertidumbre es una nube
que duerme acompañando al sol
cuando atardece,
cuando te beso.
Huyen las sombras hacia el reino de las sombras, con cierta luz que no ilumina,
sobra.
Pues no hay más luz para nosotros
que la que, juntas,
nace en nuestras bocas.
Ni más calor.
Ni más razón.
Camino y meta
de nuestro impulso.
domingo, 13 de enero de 2019
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